¿Qué papel juega la mente en el orgasmo?
¿Sabías que el sexo reduce el riesgo de mortalidad y puede disminuir un 22% el riesgo de cáncer de próstata en los hombres? El placer sexual y el orgasmo tienen una importancia mayor de la que solemos conferirle. La intimidad mejora la conexión y consolida el amor en las relaciones de pareja, a la vez que refuerza la autoestima y aumenta la autoconfianza. También mejora la salud cardiovascular, ayuda a dormir mejor, favorece el crecimiento de la masa ósea y muscular y protege al cerebro del daño cognitivo. Esto, además de ayudar a liberar las tensiones, aliviar el estrés y reducir la ansiedad, de manera que mejora, en general, nuestro bienestar. Sin embargo, lo cierto es que no siempre le prestamos la debida atención.
Se conoce que sólo el 61,6% de las mujeres llega al orgasmo en sus relaciones sexuales frente al 85,5% de los hombres. El 95% de los casos que no pueden alcanzar el clímax se debe a causas psicológicas. A la par, un estudio reciente realizado en la Universidad de Indiana reveló que la frecuencia de las relaciones sexuales y la búsqueda del placer sexual se ha reducido considerablemente estos últimos años, sobre todo entre los más jóvenes. El motivo podría estar relacionado con el incremento de las tasas de ansiedad, estrés y depresión a nivel mundial. Y es que, contrario a lo que muchas personas piensan, el orgasmo y el placer sexual no son una mera reacción física u hormonal, sino que están estrechamente relacionados con lo que sucede en nuestra mente.
El orgasmo, mucho más que una secuencia de estímulos físicos
Solemos entender el orgasmo como el momento culminante del acto sexual, pero, en realidad, es mucho más complicado de lo que imaginamos. El orgasmo, entendido como esa serie de cambios y reacciones que se experimentan en el punto culmen de excitación sexual, comienza a gestarse desde mucho antes en nuestra mente. El detonante puede ser un pensamiento, una imagen visual o un estímulo que es el responsable de activar el mecanismo. A partir de ese momento, comienza la excitación y el cerebro empieza a enviar sangre a los órganos sexuales mientras recibe señales de las terminaciones nerviosas de las zonas genitales y otras partes del cuerpo.
Entonces, se activa el circuito cerebral del placer, el sistema nervioso autónomo toma el control y el tallo cerebral se activa, liberando una gran cantidad de dopamina, el mismo neurotransmisor que el cerebro libera cuando se consumen drogas estimulantes, por ejemplo. En este punto, el cerebro de la mujer y el del hombre reaccionan de manera muy similar. Seguidamente se inactiva la amígdala, responsable del control emocional, mientras se activan el cerebelo, que controla los grupos musculares, el núcleo accumbens que estimula la liberación de dopamina, y la glándula pituitaria, que es la encargada de generar las endorfinas y oxitocina responsables de esa sensación de bienestar y relajación que se experimenta en la fase final del orgasmo.
Por supuesto, para que llegue a ocurrir ese momento de intenso placer también deben confluir otros condicionantes, tanto físicos y hormonales como psicológicos y emocionales. Y es que, aunque muchas personas no lo sepan, la mente también desempeña un rol esencial en el placer sexual y el orgasmo. Es en la corteza prefrontal, en realidad, donde comienza a gestarse el orgasmo en forma de imágenes, pensamientos o, sencillamente, a través de la percepción de los estímulos. Y también es ahí donde, a veces, puede bloquearse e impedir que se alcance el clímax.
Principales factores psicológicos que intervienen en el orgasmo y el placer sexual
No es un secreto que cuando se afrontan tiempos difíciles, de gran estrés o agotamiento mental, el disfrute de la sexualidad deja de ser una prioridad. De la misma manera, los conflictos de pareja, los problemas en el trabajo o incluso los trastornos del sueño o el estado de ánimo pueden tener un gran impacto sobre la libido o impedirte llegar al orgasmo. Y es que existen numerosos factores psicológicos que desempeñan un rol esencial en las relaciones sexuales y que pueden influir en tus orgasmos:
1. Autoestima y seguridad en uno mismo
La autoestima, esa valoración y amor propio que sientes hacia ti mismo, no sólo influye en la manera en la que te muestras al mundo y la forma en la que te relacionas con los demás, sino que también puede afectar a tus relaciones sexuales y tu habilidad para llegar al orgasmo. Cuando tienes una autoestima positiva, crees en ti mismo y tienes una gran autoconfianza estás más abierta a explorar tu cuerpo, a comunicar los detalles que más disfrutas y a entregarte plenamente en una relación íntima, lo cual no sólo puede aumentar tu satisfacción sexual, sino también tu respuesta orgásmica.
En cambio, cuando tienes una autoestima baja, no confías en ti mismo, crees que no eres lo suficientemente bueno en el ámbito sexual o te sientes inseguro es más probable que adoptes una actitud tímida, cautelosa y que evites entregarte abiertamente en el sexo. A largo plazo, esto puede impedirte disfrutar de la sexualidad, reducir tu placer sexual e impedirte alcanzar el clímax con tu pareja.
2. Autovaloración e imagen corporal
La autovaloración, entendida como la manera en la que te percibes y valoras a ti mismo, y tu imagen corporal, ese concepto que construyes sobre tu cuerpo y el valor que le das, pueden tener un impacto enorme en la forma en la que experimentas el placer sexual y el orgasmo. Cuando amas tu cuerpo tal y como es y te sientes cómodo en él es mucho más probable que te abras a la experiencia sexual con mayor libertad y te permitas disfrutar de las sensaciones que te generan placer.
Sin embargo, cuando tienes una autovaloración negativa y no estás satisfecho con tu imagen corporal porque crees que no encajas en el ideal de belleza social lo más probable es que desarrolles miedo a mostrarte tal cual eres, sientas vergüenza de tu cuerpo y te reprimas en tus experiencias sexuales para autoprotegerte. El problema es que, al limitar tu comportamiento sexual también limitas tus posibilidades de sentir y disfrutar el momento, lo cual influirá negativamente en tu experiencia orgásmica.
3. Equilibrio psicológico y salud mental
Tener estrés, ansiedad, depresión, trastorno del sueño o una alteración del estado de ánimo no sólo afecta a tu bienestar psicológico y tu salud mental, sino también a tu salud sexual. Un estudio realizado en la Universidad de Florencia, en Italia, encontró que la ansiedad por rendimiento y la timidez, sobre todo al inicio de la vida sexual, es la causa principal de disfunción eréctil en los jóvenes. Asimismo, se conoce que la ansiedad puede inhibir la libido, generar anorgasmia o provocar dispareunia, dolor al mantener relaciones sexuales.
De la misma manera, tener un diagnóstico de depresión mayor puede afectar a la libido y a la intensidad de los orgasmos, ya que frena el deseo e interfiere en esos momentos de intimidad tan necesarios para conectar. También se ha relacionado con diferentes alteraciones sexuales como la disfunción eréctil y la impotencia en los hombres o la pérdida de deseo en las mujeres. De hecho, se ha encontrado que la disforia poscoital, es decir, la sensación de tristeza después del sexo, es mucho más común entre quienes tienen depresión o ansiedad. Asimismo, tener estrés o exceso de preocupaciones puede reducir el deseo sexual y tener un impacto negativo en la experiencia orgásmica, ya que reduce la excitación y la capacidad para disfrutar.
4. Conexión emocional en la pareja
Para disfrutar de una experiencia sexual lo más placentera posible en la pareja primero hay que conectar. La conexión emocional en la pareja, entendida como ese vínculo en el que prima el afecto y la confianza, no sólo es fundamental para crear una relación sólida y duradera, sino también para disfrutar de una vida sexual plena y placentera. Cuando eres capaz de conectar con la otra persona, sientes que te comprende, confías en ella y, sobre todo, experimentas esa “química”, te sientes más cómodo en la intimidad, te resulta más fácil comunicar lo que quieres y puedes centrarte en disfrutar plenamente del momento.
En cambio, cuando no existe esta conexión emocional puede ser más difícil dejarte llevar por el deseo sexual y disfrutar de tu sexualidad en la intimidad. Cabe puntualizar que la mayoría de las veces esta conexión emocional no surge de forma espontánea como suelen pensar muchas personas, sino que se va forjando y consolidando a medida que la relación se hace más fuerte. Ello explica por qué muchas de las parejas más consolidadas suelen tener una vida sexual más plena y mejores experiencias orgásmicas en comparación con las relaciones ocasionales o casuales.
En el caso de las relaciones ocasionales, entran en acción otros factores en la experiencia sexual que inhiben o provocan la respuesta orgásmica, tales como la excitación por el riesgo o el deseo sobreactivado sin que haya necesidad de tener una conexión emocional como en las parejas habituales.
5. Comunicación en la pareja
La asertividad sexual, entendida como la capacidad para comunicarse con la pareja y expresar lo que se siente, se piensa o se quiere sin someterse ni minimizar las exigencias del otro, es otro de los factores psicológicos fundamentales para disfrutar de la sexualidad y el orgasmo en una relación. Tener la confianza suficiente para hablar abiertamente con la otra persona y contarle cuáles son tus gustos y preferencias, los detalles que no te gustan o tus fantasías sexuales más profundas puede convertirse en un aliciente para disfrutar de una relación sexual más plena y abierta.
Por el contrario, se sabe que aquellas parejas que apenas se comunican entre sí, sienten vergüenza de hablar sobre sus deseos o preferencias sexuales y no son capaces de abrirse y escuchar a la otra persona suelen tener más dificultades para disfrutar de una relación sexual intensa y alcanzar el clímax. Un problema de comunicación que no sólo se refleja en el ámbito sexual, sino que se extiende a otros ámbitos de la vida en pareja generando conflictos que, a su vez, repercuten de manera negativa en la experiencia sexual.
6. Creencias y expectativas culturales
La sociedad y la cultura en la que vives tienen una mayor influencia en tu vida sexual de la que piensas. El hecho de crecer con un ideal de belleza que toma forma en tu mente y creencias en torno a la sexualidad y las relaciones sexuales puede tener un enorme impacto en la manera en la que experimentas el placer sexual y los orgasmos. Por ejemplo, creer que las fantasías y juegos sexuales son sólo cosa de jóvenes puede limitar tus posibilidades de descubrir y vivir nuevas experiencias sexuales. De la misma manera, pensar que las mujeres sólo pueden tener orgasmos a través de la penetración puede restringir tu capacidad para explorar el cuerpo femenino.
En este sentido, también desempeña un rol esencial la educación sexual. Los aprendizajes que transmiten los padres y adultos cercanos o los profesores también contribuyen a dar forma a muchas de las creencias que atesoran las personas sobre la sexualidad y el sexo, influyendo en la manera en la que disfrutan de esas experiencias en su vida adulta.
No podemos negar que hoy tenemos una mayor desinhibición y muchísima información sobre la sexualidad al alcance de prácticamente cualquier persona, lo cual puede repercutir de manera positiva en tu manera de experimentar los orgasmos. Sin embargo, si a pesar de ello tienes dificultades para abrirte y disfrutar plenamente de tu sexualidad, puedes consultar a un profesional de la psicología que pueda brindarte los recursos que necesitas para explorar y conocer mejor tu cuerpo, así como técnicas y recomendaciones específicas para redescubrir el placer sexual.