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28/5/2024
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En qué se diferencian la autoexigencia y el perfeccionismo: qué son y cómo diferenciarlos

¿Alguna vez has sentido que nada de lo que haces es suficiente? ¿Te exiges a ti mismo más de lo que le exigirías a cualquier otra persona? ¿Crees que necesitas demostrar constantemente que estás a la altura? ¿Te hablas como si fueras tu peor jefe?

 Si alguna de tus respuestas es afirmativa, puede que estés lidiando con la autoexigencia o el perfeccionismo. En este artículo, veremos qué significan estos términos, cómo diferenciarlos y, lo más importante, cómo reconocer si te están afectando negativamente.

¿Qué es la autoexigencia?

Empezaremos por entender qué es y qué caracteriza a las personas autoexigentes. La autoexigencia es el resultado de un discurso interior en el que te impones altos estándares y expectativas, te esfuerzas al extremo por conseguirlas, te criticas duramente y nunca crees que lo has hecho suficientemente bien. Tus creencias aprendidas sobre quién eres, tu capacidad y lo que te mereces están fuertemente implicadas en este diálogo. Esta conversación interna autoexigente te puede llevar a un alto rendimiento y a lograr grandes éxitos, sin embargo, puede dejar una continua sensación de insatisfacción y estrés.

Características de las personas autoexigentes:

  1. Metas Altas: Las personas autoexigentes se fijan objetivos ambiciosos y trabajan arduamente para lograrlos.
  2. Autocrítica: Suelen ser muy críticas con su propio desempeño, analizando constantemente sus errores y buscando formas de mejorar.
  3. Desvalorización: A pesar de los logros que consiguen, las personas autoexigentes desvalorizan su esfuerzo y su éxito.
  4. Perfeccionismo: Buscan la perfección en sus tareas y proyectos, lo que puede llevar a un nivel de insatisfacción constante si no logran sus altos estándares.
  5. Responsabilidad personal: Tienen un fuerte sentido de responsabilidad y sienten que deben cumplir con sus compromisos de manera impecable.
  6. Motivación intrínseca: Su motivación principal proviene de dentro, impulsada por el deseo de superación personal y de alcanzar sus propias expectativas.
  7. Validación externa: Al no ser capaces de valorarse a sí mismas, las personas autoexigentes buscan la aprobación de los demás para sentir que sus esfuerzos merecen la pena.

Consecuencias de la autoexigencia:

  • Positivas:
    • Alta productividad y rendimiento.
    • Capacidad de superación y mejora continua.
    • Alcance de metas y logros importantes.
  • Negativas:
    • Estrés y ansiedad debido a la presión constante por cumplir con altos estándares.
    • Frustración si no se alcanzan los objetivos deseados.
    • Burnout o agotamiento físico y mental.
    • Dificultad para disfrutar de los logros y el proceso, siempre buscando más y mejor.
    • Baja autoestima como resultado de la falta de autovaloración positiva.
    • Dificultades para relacionarse con los demás y trabajar colaborativamente.

En resumen, la autoexigencia puede ser una fuerza poderosa para el crecimiento personal y profesional. Su fuerza motivadora bien encauzada puede llevar a una gran satisfacción con la propia vida siempre que se encauce correctamente con el fin de evitar los efectos negativos.

¿Qué es el perfeccionismo?

El perfeccionismo es también el resultado de nuestro discurso interno, pero, a diferencia de la autoexigencia, responde a una necesidad obsesiva de hacer todo impecable, sin fallos. Si tú eres una persona perfeccionista, posiblemente estarás de acuerdo con que no sólo te exiges mucho, sino que también tienes miedo a fallar y a las críticas.
Ambos fenómenos psicológicos implican establecer altos estándares y esforzarse por alcanzarlos, pero tienen diferencias en su enfoque y consecuencias.

Características de las personas perfeccionistas

  1. Búsqueda de perfección: Los perfeccionistas a menudo creen que cualquier cosa menos que la perfección es inaceptable.
  2. Detallismo extremo: Prestan demasiada atención a los detalles, a veces hasta lo más insignificante.
  3. Rigidez en el pensamiento: Les cuesta aceptar otras formas de hacer las cosas.
  4. Parálisis por análisis: Dedican tanto tiempo a planificar y analizar que puede no llegar a la acción.
  5. Intolerancia a la imperfección: No toleran errores ni en sí mismo ni en los demás, y esto, no solo repercute en su vida personal sino en la profesional también.
  6. Insatisfacción crónica: Los perfeccionistas rara vez están satisfechos con sus logros, ya que siempre ven áreas de mejora y errores, lo que puede llevar a una sensación continua de fracaso.
  7. Crítica extrema: Los perfeccionistas son extremadamente críticos con ellos mismos y con los demás. Su autocrítica puede ser severa y constante.
  8. Miedo al fracaso: Tienen un gran miedo al fracaso y a cometer errores, lo cual puede paralizar su capacidad de tomar decisiones y avanzar.
  9. Miedo al juicio y crítica de los otros, hay una necesidad de evitarlo a toda costa.
  10. Problemas de Salud Mental: El perfeccionismo está asociado con una mayor incidencia de trastornos como la depresión, los trastornos de ansiedad y los trastornos alimentarios.
  11. Relaciones Interpersonales Tensas: La crítica constante hacia uno mismo y hacia los demás puede afectar negativamente las relaciones personales y profesionales.
  12. Burnout: La presión y el estrés constante pueden llevar al agotamiento físico y mental, conocido como burnout.

En resumen, el perfeccionismo puede ser una característica motivadora cuando se gestiona adecuadamente y cambiamos la exigencia por la ejecución excelente. No es lo mismo hacer las cosas desde la necesidad de controlar que desde el placer de hacerlo bien, pero es crucial reconocer y abordar sus aspectos negativos para mantener una buena salud mental y bienestar general.

Diferencias Clave entre la autoexigencia y el perfeccionismo:

  • Enfoque en el Proceso vs. Resultado: La autoexigencia se enfoca más en el proceso de mejora continua y crecimiento personal, mientras que el perfeccionismo está obsesionado con el resultado perfecto.
  • Adaptabilidad: Las personas autoexigentes pueden ser más flexibles y adaptarse a las circunstancias, mientras que los perfeccionistas tienden a ser rígidos y menos adaptables.
  • Impacto Emocional: La autoexigencia, manejada adecuadamente, puede ser motivadora y positiva. El perfeccionismo, por otro lado, a menudo resulta en ansiedad, frustración y baja autoestima debido a la imposibilidad de alcanzar la perfección constante.

En conclusión, aunque la autoexigencia y el perfeccionismo comparten algunas similitudes en cuanto a la búsqueda de altos estándares, difieren significativamente en sus enfoques y consecuencias conductuales y psicológicas. La autoexigencia puede ser una fuerza positiva cuando se equilibra bien, mientras que el perfeccionismo tiende a ser más perjudicial debido a su naturaleza inflexible y crítica.

¿De dónde nace la autoexigencia y el perfeccionismo?

La autoexigencia y el perfeccionismo son el resultado de una compleja interacción de factores personales, familiares, culturales y psicológicos. Entender de dónde viene, puede ayudarnos a abordar estos comportamientos de manera más efectiva.

Factores Personales

Uno de los principales factores personales que contribuyen a la autoexigencia y el perfeccionismo es la personalidad. Algunas personas son naturalmente más propensas a ser meticulosas, responsables y detallistas, lo que puede llevarlas a establecer estándares muy altos para sí mismas. Además, la autoestima juega un papel crucial. Las personas con baja autoestima a menudo intentan compensar sus sentimientos de inferioridad esforzándose por alcanzar la perfección. Creen que logrando altos estándares podrán finalmente sentirse valiosas y obtener la aprobación de los demás.

Factores Familiares

El entorno familiar y los estilos de crianza son fundamentales en el desarrollo de la autoexigencia y el perfeccionismo. Si tus padres han establecido desde siempre expectativas extremadamente altas o solo te otorgaban aprobación cuando cumplías con ciertos estándares, puede haber sido esa semilla de estas actitudes. 
Por ejemplo, un niño que recibe elogios únicamente por sus logros académicos puede crecer creyendo que su valor depende de su rendimiento. Además, los niños que ven a sus padres actuar de manera perfeccionista y autoexigente pueden adoptar estos comportamientos como propios, al aprender que la perfección es una forma de ser aceptado y querido.

Factores Culturales

La cultura del éxito en la que vivimos también contribuye significativamente. Desde que somos niños, se nos enseña que nuestro valor personal está estrechamente ligado a nuestros logros y desempeño. Este mensaje es reforzado continuamente por la educación, los medios de comunicación y, más recientemente, por las redes sociales. Por ejemplo, en plataformas como Instagram y LinkedIn, se idealiza una vida falseada de éxito, lo que puede llevar a la comparación constante y a una presión inmensa por alcanzar una imagen perfecta. Además, la competencia académica y profesional intensa puede intensificar la necesidad de destacarse y ser el mejor, lo cual fomenta la autoexigencia y el perfeccionismo.

Factores Psicológicos

Tenemos que tener presente, en primer lugar, el diálogo interno que continuamente tenemos con nosotros mismos. Cuando este diálogo es exigente, descalificador y duro, los efectos negativos están asegurados. Por el contrario, si el diálogo es amable, empoderante y retador, nos dedicaremos a conseguir nuestras metas con una disposición en positivo que potenciará precisamente toda la fuerza motivadora de querer alcanzar esos objetivos. Desde una perspectiva psicológica, el miedo al fracaso es una de las principales causas del perfeccionismo. Este miedo puede estar profundamente arraigado en experiencias pasadas de vergüenza o humillación al cometer errores. Las personas perfeccionistas desarrollan un miedo irracional a fallar, lo que las impulsa a evitar cualquier situación en la que puedan no tener éxito. Además, la necesidad de control es otro factor psicológico importante. Las personas que sienten que no tienen control sobre ciertos aspectos de sus vidas pueden intentar compensarlo controlando obsesivamente su desempeño y resultados.

Conclusión

Comprender las raíces de la autoexigencia y el perfeccionismo es un paso crucial para abordarlos de manera efectiva. Reconocer que estos comportamientos pueden tener múltiples orígenes nos permite ser más comprensivos con nosotros mismos y con los demás. Además, nos da la oportunidad de trabajar en los factores subyacentes y desarrollar estrategias para manejarlos de manera saludable. Darnos cuenta de que hemos aprendido a comportarnos así, nos abre la puerta a poder aprender comportamientos nuevos y más eficientes.

 Si reconoces en ti mismo la autoexigencia o el perfeccionismo y te causa problemas en tu día a día o los demás te dicen que tienes que cambiar, considera trabajarlo con un psicólogo. Identificarás las causas específicas, aprenderás a pensar de una forma que te ayude a tener un mayor bienestar y a conseguir tus metas de una manera más efectiva y saludable.

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