Resiliencia laboral: cómo sacar lo mejor de todas las situaciones
Los seres humanos somos seres sociales que nos desarrollamos y crecemos a través de un continuo aprendizaje a lo largo de nuestra vida. ¿Has sentido alguna vez como algo que creías haber aprendido hace años has tenido que volver a aprender sobre ello de nuevo? Si bien es cierto que aunque durante nuestros primeros años de vida incorporamos una gran cantidad de información necesaria para poder integrarnos en la sociedad y comprender el mundo en el que vivimos, durante toda nuestra vida continuamos aprendiendo sobre distintos aspectos. Durante la infancia aprendemos en gran medida a través de la observación de las personas que nos rodean, cómo se comportan, qué dicen y cómo explican los sucesos de nuestro alrededor. También aprendemos a través de la formación teórica, ya sea en el colegio o universidad y durante nuestra trayectoria profesional con diversos cursos formativos.
Sin embargo, el aprendizaje a través de las experiencias personales es uno de los más potentes. ¿En alguna ocasión has recordado algo que habías vivido, a través de cómo te sentiste en esa situación? Pues bien, esto ocurre ya que utilizamos esquemas de conocimiento que van unidos a recuerdos emocionales. Cuando nuestras experiencias de fracasos o errores se codifican con emociones como la frustración o vergüenza, es muy probable que cuando cometamos otros errores volvamos a experimentar esas emociones debido a que lo codificamos de esa forma. En este punto toma gran relevancia el nivel de resiliencia que hayamos desarrollado a lo largo de nuestra vida, ya que va a determinar cómo afrontamos las dificultades, errores o fracasos.
Cómo sacar lo mejor de todas las situaciones:
Lo principal es poder identificar cómo estamos afrontando los retos profesionales, los cuales van a incluir momentos de éxito y otros de fracaso. Si queremos desarrollar y potenciar nuestra propia capacidad de resiliencia ante las dificultades, podemos cambiar poco a poco nuestra forma de analizar y enfocar los problemas teniendo en cuenta los siguientes puntos claves:
- Perspectiva del problema: uno de los tres errores más comunes que podemos cometer a la hora de afrontar los problemas que pueden surgir en el ámbito laboral es enfocarnos en el despiste o error que hemos tenido. Si bien es cierto que aunque es importante ser conscientes de la causa que motivó el fallo o problema, si mantenemos el foco únicamente en ello lo más probable es que caigamos en el error de sobrecastigarnos por ello. Esta situación nos tomará mucho más tiempo que podríamos estar invirtiendo en buscar la solución del problema.
- Errores como oportunidades: además de no castigarnos y dejar de enfocarnos en los errores que hayamos podido cometer es importante revisar el significado que tenemos asociado a fracasar. Normalmente equivocarse tiene una connotación negativa ya que hemos aprendido que lo que se valora y reconoce son los éxitos. Sin embargo, pocas personas nos hablan de los errores y cómo éstos les han ayudado a mejorar su desarrollo profesional, productos o desempeño laboral. ¿Cómo estamos interpretando los errores? Si la interpretación que le damos a los fracasos es negativa y los vemos incluso en otras personas como algo que debe evitarse a toda costa, nos será mucho más difícil ser resilientes. Intentemos cambiar la mirada y ver las equivocaciones como oportunidades sin las cuales probablemente no lleguemos a descubrir formas diferentes de mejorar y realizar nuestro trabajo, para así crecer profesionalmente.
- Gestión de las situaciones de presión: es muy común que en el contexto laboral vivamos situaciones de mucha presión o carga de trabajo debido a los conocidos “picos” o proyectos importantes que puedan desarrollarse. No sólo los errores o fracasos ponen en riesgo nuestra capacidad de resiliencia, las situaciones de presión también lo hacen. Es importante que nos fijemos cómo vivimos estos momentos de presión laboral y si lo estamos haciendo desde el miedo e inseguridad o desde la motivación y confianza. Para gestionarlo de esta última forma, es recomendable que hagamos un breve repaso de todos los proyectos o situaciones similares que hayamos vivido y lo que aprendimos de ellas. Ya sea si el resultado de nuestra experiencia en estas situaciones fue negativo o positivo, podemos aprender de las mismas y motivarnos a la hora de afrontar proyectos importantes aunque puedan generar presión.
Enfocarnos desde una perspectiva positiva en las dificultades que pueden surgir en el ámbito laboral no es tarea fácil. Es necesario tener presente que nuestra forma de afrontar los retos, errores y conflictos viene determinada por toda nuestra historia de aprendizaje sobre cómo los hemos enfrentado a lo largo de nuestra vida. Sin embargo, nunca es tarde para poder dar un giro a este enfoque y desarrollar estrategias de afrontamiento resilientes. Si poco a poco transformamos la visión de los retos y dificultades que encontramos en nuestra trayectoria laboral, comenzaremos a sacar lo mejor de nosotros mismos en las situaciones más complejas. Empezar a ver los problemas como oportunidades de aprendizaje y dejar de castigarnos por los errores cometidos, nos permitirá avanzar así en la dirección de solucionar el problema que haya surgido. Finalmente, es esencial trabajar en cambiar nuestra propia visión de los retos y fijarnos en cómo los hemos estado viviendo hasta ahora, ya que a partir de ahí podremos cambiar nuestro propio discurso de afrontamiento.