Síndrome postvacacional: cómo lidiar con la vuelta a la rutina
¿Qué es el síndrome postvacacional?
Sin duda, las ansiadas vacaciones son uno de los períodos de desconexión laboral más deseados por los trabajadores de cualquier empresa. Cuando estas acaban y llega la vuelta al trabajo, comienzan la rutina, las prisas, el cansancio, los atascos, las presiones laborales…
Fatiga, cansancio generalizado, ansiedad, irritabilidad, bajo estado de ánimo… ¿Te resultan familiares estos síntomas en tu regreso al trabajo tras el período vacacional? Si la respuesta es afirmativa, tal vez presentes el conocido como síndrome postvacacional. El síndrome postvacacional hace referencia a un estado de malestar general que se manifiesta en sintomatología psicofísica y que se produce como reacción a la adaptación a la vuelta activa al trabajo y al cambio de ritmo después de un período de vacaciones.
Síntomas del síndrome postvacacional
Los síntomas y su intensidad dependen de la persona y el caso, pero los más comunes son:
- Ansiedad
- Depresión
- Malestar general
- Cansancio
- Desmotivación
- Cambios en el estado de ánimo
- Irritabilidad
- Dificultad para concentrarse
- Dificultad para tomar decisiones
- Palpitaciones
- Síntomas respiratorios
- Sudoración
No es una enfermedad, sino un conjunto de síntomas producidos por el cambio de ritmo de las vacaciones al trabajo. Ahora bien, si tenemos en cuenta una definición más amplia de la salud como un estado de bienestar y no meramente como la ausencia de enfermedad, muchos trabajadores parecen experimentar este estado de malestar generalizado como producto de la adaptación a la reincorporación a su puesto de trabajo. Lo que sí está claro es que se trata de un período en el que nuestro cuerpo reacciona para poder adaptarse a unas condiciones que antes no se daban y, aunque pueda convertirse en algo preocupante, es un problema transitorio que suele durar un par de días o, como mucho, hasta quince días.
El denominado síndrome postvacacional ocurre, sin duda, tras las vacaciones, pero existen algunas situaciones que pueden predisponer a ello. Por ejemplo, si las vacaciones han sido muy largas, puedes notar que el cambio a la reincorporación es muy brusco. También ocurre que, si durante las vacaciones no has descansado ni desconectado, puedes entrar en una vorágine donde la tensión progresiva aumente tus niveles de estrés. Este último factor podría incluso acabar por desarrollar otros problemas como el burnout.
Cambios en los horarios
Todos los seres vivos, incluidos los humanos, tenemos unos ritmos biológicos que configuran nuestro reloj interno. Así, tenemos unos períodos de sueño o de temperatura que nos permiten adaptarnos a las distintas condiciones ambientales. Pero ¿cómo se relaciona esto con el síndrome postvacacional? Este estado de malestar generalizado aparece después de un acontecimiento concreto: la vuelta de las vacaciones, un período en el que no existían las demandas laborales. Cuando no trabajamos modificamos los horarios de sueño-vigilia y/o de alimentación, las actividades que realizamos son diferentes o incluso pasamos más tiempo con otras personas.
Aunque esto pueda hacerse también durante los fines de semana y festivos, hay que tener en cuenta que, durante las vacaciones, se hace de una forma más prolongada. Todas estas condiciones de nuestro estilo de vida tienen una estrecha relación con nuestro biorritmo y afectan enormemente a nuestro estado de ánimo.
La prevención y la habituación progresiva, las mejores aliadas
Tal y como ocurre en muchas ocasiones, es mejor prevenir que curar. En este caso, no hay duda de la afirmación, puesto que podemos acotar temporalmente cuál va a ser el momento en el que el síndrome postvacacional se va a producir, ya que es condición necesaria la reincorporación al trabajo tras un período vacacional. No existe un tratamiento específico para esta condición, por lo que la mejor forma de combatirlo es tomando acciones preventivas y habituándose de manera progresiva a los cambios. A continuación presentamos algunas recomendaciones que pueden facilitar la adaptación a la rutina y así evitar o reducir los síntomas del síndrome postvacacional:
- Planificar con tiempo las obligaciones esperadas: dado que es importante que la transición a la vuelta al trabajo sea progresiva, gran parte del éxito depende de cómo hayamos organizado nuestras tareas. Lo ideal es que hayamos estructurado nuestra labor, en caso de que nos haya quedado algo pendiente. Además, hay que tener en cuenta que, si nos encontramos con malestar emocional o con fatiga, tareas como la toma de decisiones podrían verse afectadas, haciendo que el trabajo se vaya acumulando al no saber cómo priorizarlo. Esto generaría un círculo vicioso que aumentaría el malestar, llegando a saturarnos.
Así que es importante eliminar el caos y destinar la mayor parte del tiempo a la planificación, estableciendo más orden en nuestra vida. Ejemplos de tal organización podrían ser ordenar nuestra zona de trabajo y nuestra agenda o dividir los grandes objetivos en objetivos más pequeños que nos permitan ver cómo vamos progresando en el cumplimiento de los mismos y anotar lo que hacemos cada día, ayudando así a lograr una mayor sensación de autoeficacia.
- Reincorporar los hábitos laborales paulatinamente: no es aconsejable recuperar los hábitos laborales justo el día de la incorporación a nuestro puesto de trabajo, sino hacerlo progresivamente. Así, puedes ir tomando contacto con los horarios; por ejemplo, volviendo a despertarte a la misma hora que cuando empiezas a trabajar o habituarte, también, a los ritmos de comida un par de días antes.
- Mantener un espacio para el ocio: durante las vacaciones solemos realizar muchas actividades de ocio pero, cuando volvemos a la rutina, estas se suelen eliminar de nuestra vida casi por completo. En general, para nuestra salud y, específicamente, para superar el síndrome postvacacional, es conveniente seguir desarrollando alguna actividad de ocio y mantenerla durante todo el año.
- Conservar un orden de prioridades: si bien debemos volver a la rutina laboral, esto no quiere decir que todo nuestro tiempo lo dediquemos al trabajo. En nuestra vida tenemos distintas esferas que conforman nuestro “yo”. Así, entre otros, podemos distinguir la esfera familiar, de ocio, de amistad, deportiva, laboral… Algo útil para lidiar con el malestar del síndrome postvacacional es darle una importancia adecuada a las diferentes esferas y realizar acciones que vayan en consonancia con sentirnos autorrealizados y lograr un grado similar de satisfacción en todas ellas.
- Limitar el tiempo de trabajo al propio trabajo: continuando con las esferas vitales, hay que tener en cuenta que, en ocasiones, solemos extrapolar nuestro malestar laboral a otros ámbitos. Así, por ejemplo, la ansiedad y el bajo estado de ánimo pueden repercutir en nuestras relaciones personales o en el hogar, al prolongarse la irritabilidad o la apatía. Por ello, es importante tomar consciencia del tiempo destinado al trabajo y establecer un hábito de desconexión del mismo, que puede ser desde realizar deporte hasta cambiarse de ropa una vez terminada la jornada laboral.
No debemos olvidar que este síndrome es la consecuencia del proceso de adaptación a un ritmo determinado y, como tal, es temporal. Por ello, debería remitir en cuanto nuestro organismo se habitúe a las circunstancias. A pesar de ello, si el malestar es muy elevado o el problema persiste más allá de quince días, podría tratarse de otro desajuste, como un cuadro de ansiedad o depresión en sus primeras manifestaciones. También hay que tener en cuenta que más del 70% de las personas no se sienten cómodas en su trabajo y que es habitual que los empleados padezcan de estrés debido al mismo. Este malestar puede generalizarse a otras áreas de su vida, pero es totalmente evitable.
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