Cómo gestionar el estrés vinculado al periodo de aislamiento con niños
Los más pequeños de la casa, acostumbrados a pasar un mínimo de seis horas en el centro escolar, son uno de los colectivos más afectados por el aislamiento producido tras la expansión del virus en España.
La principal actividad de un niño es el juego, principalmente relacionado con la actividad física, al aire libre y con sus iguales. Correr, subir y bajar bordillos, disfrutar de los columpios, descubrir cosas nuevas y comunicarse con otros, son todas ellas vías de escape necesarias para los menores.
El hecho de que estas salidas se vean limitadas obliga a tomar una serie de medidas en el hogar para evitar el efecto negativo del aislamiento. A continuación, os damos una lista de sugerencias que los pequeños, y la familia en general, agradecerán.
1. Explícales el motivo del aislamiento
El hecho de que la rutina de los pequeños también se vea alterada obliga a que sus adultos de referencia les den una explicación, acorde a su edad y grado de comprensión. Al ser un tema abordado con anterioridad en muchos centros escolares puede ser un punto de partida preguntarles qué saben sobre la situación actual para a partir de ahí ampliar información si es necesario y resolver sus dudas.
En este punto es muy importante no dar detalles sobre síntomas, afectados o datos que puedan producir en ellos preocupación o malestar. Contestar a sus preguntas hará que su sensación de ansiedad disminuya.
2. Aumenta su autonomía
Es posible que existan asuntos relativos a su autonomía que hayamos ido posponiendo por la falta de tiempo del día a día normal. Que aprendan a vestirse, ducharse, jugar o comer solos son aspectos para los que el aislamiento supone una oportunidad de oro. Por su parte, si el control de esfínteres aún se encuentra pendiente, el hecho de compartir horarios con ellos hace que sea más fácil gestionar las dificultades que aparecen con más frecuencia.
3. Potencia la expresión artística
El arte es un lenguaje que los más pequeños tienen que potenciar y este puede ser buen momento para explorarlo desde diferentes esferas. Dejar que la creatividad de los niños fluya permite hacerles conscientes de sus emociones y ayuda a que aprendan a mantener su atención y esfuerzo de una forma sostenida en el tiempo. Además, fomentar la expresión artística es una forma alternativa de comunicación entre padres e hijos.
4. Reparto de responsabilidades
A pesar de que desde los colegios se intente que los niños mantengan tareas de cada asignatura, las horas libres en casa se incrementan de forma significativa. Podemos aprovechar esto para aumentar progresivamente y acorde a su edad y madurez sus responsabilidades. El cuidado de su ropa, ordenar su habitación, recoger la mesa, ayudar a preparar la comida o alimentar a las mascotas son ejemplos por los que se puede empezar.
5. Recupera el ocio clásico
Cartas, parchís, oca, chapas, monopoly… muchos de los pequeños ni siquiera conocen lo que para muchos son formas clásicas de entretenimiento y distracción. Estos juegos harán que los niños salgan del ambiente lúdico al que están acostumbrados y aumente su nivel de motivación. El hecho de que instauren estos juegos en su día a día traerá beneficios cuando la crisis haya terminado y desmontará la idea de que toda diversión está en la tecnología.
6. Rutina para la formación académica
Los niños no solo agradecen, sino que necesitan la rutina en sus días. Por eso, es importante marcar un horario de trabajo lo más parecido al escolar en cuanto a asignaturas, descansos y contenidos. De la misma forma, hay que diferenciar los días laborables del fin de semana con el objetivo de que disminuya la sensación de incertidumbre en los pequeños, ya que el orden y la rutina les da sensación de seguridad. Además, el hecho de que exista cierta estructuración también facilita a los padres tener su propia organización.
7. No abusar de las pantallas
Más tiempo libre no debería significar más pantallas. Es importante recordar el efecto que estas producen en los menores, por ejemplo, aumentar el tiempo dedicado a videojuegos con el objetivo de que estén entretenidos puede producir más nerviosismo y necesidad de movimiento por el exceso de estimulación, problemas de sueño o aumento de la agresividad por la violencia de ciertos juegos.
8. No alterar los límites por la pérdida de paciencia
El aislamiento produce, tanto en los niños como en los adultos, mayores niveles de irritabilidad y frustración, pero en la medida de lo posible debemos mantener en casa las normas a las que están acostumbrados. Esto es fundamental por un lado para no flexibilizar en exceso la rutina habitual, ni pagar con los hijos la pérdida de paciencia de los padres. Es importante recordar que los límites siempre deben ser lo más específicos posible y apropiados a la edad, mostrando siempre acuerdo entre los padres.
9. Aprovecha una oportunidad de oro que la rutina habitual no permite
El trabajo de los padres, la cantidad de actividades extraescolares y la carga académica de los menores deja poco margen a compartir conversaciones y momentos de tranquilidad con los pequeños. Disponer de un tiempo extra para hablar de sus emociones, preocupaciones, amistades o planes os acercará de una forma muy positiva y potenciará en los pequeños las habilidades de comunicación y su inteligencia emocional.
10. Facilita la comunicación con familiares y amigos
La tecnología pone a nuestra disposición un sinfín de posibilidades de comunicación que permite seguir cerca de personas a pesar de la distancia física. Esto es especialmente relevante en el caso de los niños con padres separados, para los que el aislamiento supone no solo una situación atípica sino también afrontar el sentimiento de tristeza al echar de menos a alguno de los progenitores.
Como vemos, la particularidad de la situación producida por la cuarentena conlleva la aparición de conflictos distintos a los que los menores están acostumbrados, pero también la ocasión para potenciar una comunicación y ocio con beneficios para la relación familiar.
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