Cómo superar el síndrome del corazón roto
El síndrome del corazón roto existe, pero yo no lo supe hasta hace dos años, cuando abrí mi corazón a una persona y me di cuenta de que no me correspondía como pensaba. En ese momento, sentí cómo mi mundo se venía abajo, ese mundo que yo había idealizado durante tanto tiempo. Durante las semanas y meses siguientes experimenté una desolación absoluta en mi existencia.
Dolor emocional por el rechazo
Si tuviera que explicar cómo se sentía tener el corazón roto, diría que sentía que mi autoestima estaba hundida ante ese sentimiento de inferioridad que había quedado en mí tras el sabor amargo de la indiferencia. Sin embargo, notaba como estaba perdiendo autoestima y eso afectaba a todos los ámbitos de mi vida. No tenía ganas de quedar con mis amigos porque mi mente no podía desconectar. Tenía agotamiento mental incluso a primera hora de la mañana, porque el descanso nocturno no era suficiente para sanar las heridas de mi interior y el cansancio físico acumulado.
A nivel profesional, mi nivel de motivación bajó, ya que el dolor afectaba incluso a mi concentración intelectual. Yo quería pasar página, sin embargo, algo me lo impedía. Ahora sé que necesitaba un tiempo para asimilar todo aquello que me había ocurrido. Mi corazón roto por momentos también rompía mi mente.
¿Por qué ese desamor me marcó de tal modo? ¿Por qué esa vez no era capaz de saber cómo superar una ruptura amorosa? Porque había puesto tantas expectativas en esa persona, que me había olvidado incluso de mi propio valor como ser humano. En mi mente ya había idealizado muchos momentos románticos que me hubiese gustado vivir en el futuro. Proyecté una realidad sin certeza previa. Y cuando compartí mis sentimientos y conocí los suyos, me di cuenta de la irrealidad de todo aquello que yo había imaginado. En ese momento, queda el vacío. Sentía tristeza, desilusión, ganas de llorar y enfado con la realidad.
Terapia para un corazón roto
Decidí buscar la ayuda de un psicólogo online ya que mi trabajo no me permitía apenas tiempo libre. Fue una decisión muy importante para mí. La terapia me ayudó mucho y fue un punto de inflexión para volver a centrarme en mí. Encontré un espacio para expresar mi dolor, mis sentimientos contradictorios y esos nudos que estaban allí en forma de bloqueo.
En la terapia logré encontrar un espacio de desahogo en el que alguien me escuchaba con respeto y empatía. Esta era una de las necesidades emocionales más importantes que tenía en este momento. Sencillamente, porque había reprimido muchas emociones por la vergüenza irracional que me había producido esa no correspondencia afectiva a la que ahora ya podía poner un nombre: síndrome del corazón roto.
La psicología, al igual que la terapia de pareja, es vital en este tipo de circunstancia, porque los consejos de los amigos no son suficientes. En una situación de síndrome de corazón roto es habitual experimentar contradicciones continuas entre aquello que uno cree que debería hacer y aquello que hace en la práctica. Sencillamente, porque el desamor produce una distorsión cognitiva y debilita la voluntad.
Avances con mi psicólogo
En el contexto de la terapia, también logré entender el trasfondo emocional que estaba alimentando mi desamor. Mis creencias sobre la felicidad vinculada a la pareja me hacían vivir a la espera de alcanzar una. Por esta razón, la terapia me ayudó a revisar creencias que estaban limitando mi propio potencial de felicidad. Comprendí que para estar bien, tengo que comenzar por cuidarme y hacer que mi vida sea bonita en esos detalles que dependen principalmente de mí.
Comprendí que el final de aquella relación formaba parte de mi vida. Sin embargo, el estancamiento personal al que había llegado se debía a mi propia dramatización ante lo ocurrido. Sin duda, el sentido del humor que logré potenciar con la terapia me permitió afrontar esa realidad de un modo totalmente diferente.
Porque todo pasa y la vida avanza. Y ahora que han pasado dos años de todo aquello he descubierto que la gravedad de una situación que en su momento me desbordó es muy distinta a día de hoy.
Cuáles fueron mis primeros pasos
Superar el desamor no es fácil y durante un tiempo me había sentido víctima de las circunstancias y del destino. Sin embargo, empecé a comprender que yo también había colaborado en todo lo ocurrido al alimentar una idealización. Pero especialmente, empecé a cambiar la perspectiva respecto de mis propios actos.
Ya que en lugar de sentir vergüenza por haber abierto mi corazón, me sentí valiente por haber dado ese primer paso que fue el que me ayudó a saber la verdad. Y esa verdad del amor no correspondido, fue la que me llevó a avanzar en mi vida.
Comencé a valorar mi vida y mis posibilidades sin compararme con nadie más. Por ejemplo, busqué nuevas actividades de ocio y tiempo libre. ¡Empieza a quererte y supera el síndrome del corazón roto!
Si, al igual que nuestra protagonista, estás pasando por un estado de ánimo que no se corresponde con el habitual y no sabes cómo superar una ruptura de pareja, es posible que necesites un poco de ayuda.
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