¿Por qué es importante la responsabilidad afectiva?
Toda acción tiene una reacción, y las relaciones humanas se mueven por este principio. Después de todo, el ser humano es un ser social que pertenece e impacta a una comunidad, y viceversa. Por ello, llevar a cabo una acción tendrá un efecto o consecuencia, de la cual deberíamos responsabilizarnos. La responsabilidad afectiva se refiere justamente a eso, a valorar el impacto que tienen nuestras acciones y nuestras palabras sobre los demás.
Marta Martínez Novoa (2022), psicóloga y psicoterapeuta especialista en relaciones de pareja, describe la responsabilidad afectiva como un concepto que “engloba todos los comportamientos basados en el cuidado, el consenso y la comunicación fluida y directa sobre las distintas emociones, circunstancias o decisiones que surgen a lo largo de una relación”. Aunque es cierto que la responsabilidad afectiva es un aspecto que afecta en especial a la relación en pareja, este factor es imprescindible para crear, desarrollar y mantener vínculos sanos, equilibrados y satisfactorios de todo tipo, ya sean amorosos, amistosos, familiares o laborales.
Sin embargo, es importante aclarar que la responsabilidad afectiva no es equivalente a la dependencia emocional ni pretende responsabilizarnos de las emociones de los demás, sino que hace referencia a que seamos capaces de expresar nuestras emociones y nuestros límites, sin dejar de ser respetuosos y empáticos hacia las emociones de los demás.
Trabajar la responsabilidad afectiva es la forma más efectiva de erradicar los posibles patrones o comportamientos disfuncionales que se pueden desarrollar en cualquier tipo de vinculación. A continuación, te detallaremos cómo afecta a nuestras interacciones con los demás y los indicadores que pueden ayudarte a identificar si está presente (o no) en tus relaciones interpersonales.
¿Por qué es tan relevante la responsabilidad afectiva en la actualidad?
La responsabilidad afectiva no es un término novedoso, ya que surgió en la década de los ochenta para transparentar la forma más ética y respetuosa de construir relaciones poliamorosas (de tres o más integrantes), y así cuidar de todas las personas implicadas. Sin embargo, ha cobrado un protagonismo importante en los últimos años. Existen tres teorías que podrían explicar el porqué del actual interés:
- Puede deberse al auge de la conexión digital y de la alta incidencia de comportamientos tóxicos en las relaciones sociales asociados a la hiperconectividad, como son el ghosting (desaparecer sin dar explicaciones, cortando repentinamente la comunicación), el orbiting (la persona “desaparece” pero sigue “orbitando” la red social del otro individuo) y el gaslighting (manipulación que pone en duda la realidad y el criterio del otro).
- Como su origen está ligado al feminismo y al poliamor, muchos profesionales de la psicología consideran que el interés ha ido creciendo de la mano de estos movimientos, cuyas revoluciones sociales e ideológicas han desmitificado el modelo de “amor romántico a base de sacrificios”. Según María Esclapez, psicóloga especializada en sexología clínica, este modelo generaba muchas expectativas idealizadas y condicionaba a las personas en una relación a un solo rol.
- El cuidado de la salud mental ha pasado de ser un tabú a ser una prioridad. Normalizar y asistir a sesiones presenciales de terapia psicológica (o conectarse a una sesión de terapia online) ha sido clave para combatir el estigma de la salud mental. Esto, combinado con la creciente demanda y proliferación de contenido psicológico a través de las redes sociales y de los medios de comunicación, ha resaltado el impacto positivo del bienestar psicológico, lo que, a su vez, ha aumentado el interés por temas como el de la responsabilidad afectiva.
¿Qué efecto tiene la responsabilidad afectiva en mis relaciones?
En su libro titulado “Que sea amor del bueno: por qué la responsabilidad afectiva es clave en tus relaciones”, la autora y psicóloga Marta Martínez Novoa (2020), establece que, cuando hay responsabilidad afectiva en una relación:
- predomina la ética afectiva, y por tanto, se toman decisiones en conjunto que causen el menor daño posible para todas las partes
- se desarrolla una comunicación fluida y abierta, libre de juicios, en la que ambas partes son capaces de verbalizar sus necesidades
- se exponen, se consensúan y se respetan los límites, tanto los propios como los de la otra persona, promoviendo la autoaceptación y la aceptación del otro por quien realmente es (su esencia), en vez de por lo que desearíamos que fuera (nuestra expectativa)
- prevalece la empatía, ya que los integrantes emplean la escucha activa, validan los sentimientos y son compasivos a la hora de comunicarse
- la comunicación es asertiva, es decir, se comparten opiniones honestas, sin ser crueles, pero sin endulzar la verdad
- se pone en efecto la responsabilidad asociada (“soy libre, pero mi libertad termina donde empieza la tuya”), por lo que cada persona es auténtica, pero no descarta que su libertad va de la mano de la empatía y del respeto a la libertad de la otra persona
- se fomenta una conexión emocional genuina, por lo cual se comparten las heridas emocionales de cada integrante sin que el otro cargue con ellas, permitiendo que exista cierta vulnerabilidad, lo cual afianza la relación afectiva
¿Cómo saber si en mis relaciones hay responsabilidad afectiva?
Según Silvia Congost, psicóloga con más de diez años de experiencia en responsabilidad afectiva, existen varios indicadores que nos ayudan a determinar si existe esta premisa (o no) en nuestra relación. A continuación, te detallamos algunos red flags que pueden ser de gran utilidad:
- Una de las personas es el centro de atención, la otra pierde su identidad. Cuando la relación solo gira en torno a una de las dos personas, hablamos de dependencia emocional. Este comportamiento conduce a la baja autoestima y a la autoanulación del otro integrante, y al desarrollo de un apego patológico.
- Una de las dos personas impone los límites, los cuales son innegociables. No solo se establecen límites de manera unilateral y sin ningún tipo de negociación o compromiso, sino que estas normas también comprenden un sacrificio sobrehumano para una sola de las partes.
- Una o ambas personas invalidan las emociones y las opiniones de la otra con frecuencia. Si al discutir un problema lo que predomina son las interrupciones constantes, la inatención, y la falta de apertura y comprensión, se está generando una invalidación emocional.
- Una o ambas partes están a la defensiva y la comunicación es pasivo-agresiva. En vez de expresar nuestros sentimientos de manera empática, se hacen insinuaciones para culpabilizar al otro. También se espera que puedan adivinar el pensamiento de la otra persona y, por ende, sepan cómo remediar la situación.
- Una o ambas personas utilizan el chantaje emocional para salirse con la suya. La dinámica se basa en el miedo. Se usa el “sacrificio” como máscara para esconder una manipulación (“piensa en todo lo que hago por ti”). Esto genera una sensación de deuda y culpa para imponer la voluntad de una persona sobre la otra.
- Una o ambas partes se responsabilizan de las emociones del otro. La relación se basa en la necesidad y en un sentimiento de obligación hacia la otra persona. Como consecuencia, la felicidad solo puede alcanzarse través de esta persona y, por ende, se coloca la autoestima en manos ajenas.
¿Cómo puedo trabajar la responsabilidad afectiva en mis relaciones?
- Mejorando el autoconocimiento y la autoestima. Estos aspectos fomentan la responsabilidad afectiva, ya que “la relación con uno mismo es la base de la relación con los demás” y “nuestra autoestima influye en la calidad de nuestras relaciones” (Martínez, 2022). Para ello, se deben identificar, validar y gestionar las emociones, sin emitir juicios y sin censurarse o minimizarse.
- Haciendo compromisos. Llegar a un acuerdo comprende determinar la estrategia más favorable para todos. Según Congost, las relaciones interpersonales requieren de trabajo y esfuerzo, sin llegar a provocar dolor ni sufrimiento en ninguna de las personas.
- Empleando la escucha activa. El psicólogo Carl Rogers acuña este término para referirse a la atención plena y consciente del mensaje, con el fin de lograr un mayor entendimiento y empatía con el emisor que lo transmite. Escuchar sin interrupciones, mantener la calma y el contacto visual y parafrasear lo dicho son formas de entrenar la escucha activa.
- Practicando la comunicación asertiva. Según la clínica Mayo (2022), adoptar una actitud asertiva nos permite expresarnos de manera eficaz, sin menospreciar los derechos y sentimientos ajenos. Usar frases en primera persona (“No estoy de acuerdo” en vez de “Estás equivocado”), practicar lo que se quiere decir y mantener las emociones bajo control es ser asertivo.
- Estableciendo límites. “No” es una oración completa y, según la psicóloga clínica Lara Ferreiro, es un derecho fundamental que podemos ejercer sin sentirnos culpables. Se deben comunicar los deseos y los límites con firmeza, pero sin dejar de ser empáticos.
- Intercambiando la dependencia emocional por interdependencia. A través de la interdependencia, ambas personas dan y reciben apoyo de manera mutua y equilibrada.
La relación contigo mismo será la línea base que influirá sobre tus relaciones con los demás. Mejorar el autoconocimiento y fortalecer la autoestima, emplear la escucha activa y ser asertivo, expresar los sentimientos sin dejar los límites a un lado y afrontar las situaciones conflictivas con inteligencia emocional te permitirá ser responsable afectivamente en todas tus relaciones. Si ves que te resulta complicado, recuerda que la terapia psicológica está al alcance de tu mano y es la opción ideal para ayudarte a alcanzarlo.
En Therapyside encontrarás profesionales que te pueden aconsejar, apoyar y ayudar a alcanzar tu mejor versión.
Referencias
Alcaraz, M. (30 de agosto de 2021). Qué es la responsabilidad afectiva y por qué no puedes huir de ella. ABC.
Álvarez, P. (4 de agosto de 2022). Responsabilidad afectiva, qué es y cómo practicarla, contado por un experto. La Razón.
Cores, N. F. (9 de marzo de 2022). María Esclapez: “Los mitos del amor romántico son el caldo de cultivo de las relaciones tóxicas y dependientes”. 20 Minutos.
García, T. (3 de abril de 2022). La psicóloga más viral de Sanxenxo lanza su primer libro sobre la responsabilidad afectiva. El Español.
Herrera, A. (6 de mayo de 2022). Cómo evitar relaciones con personas tóxicas. La Vanguardia.
Hudd, T., & Moscovitch, D. A. (2021). Social pain and the role of imagined social consequences: Why personal adverse experiences elicit social pain, with or without explicit relational devaluation. Psychology, 95(2), 104121.
Martín, M. (4 de octubre de 2021). La responsabilidad afectiva y el peso de nuestros actos sobre los demás. RTVE.
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Paredes, M. (11 de agosto de 2020). Cómo se disfraza la forma más sutil de chantaje emocional, y qué hay que hacer para desnudarla. El País.
Poch, A. (6 de octubre de 2022). La responsabilidad afectiva en la era del ’ghosting’ o por qué hay que tener en cuenta las emociones del otro. El País.
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Zamorano, E. (20 de diciembre de 2022). Parejas arruinadas por la falta de autoestima: qué es el ¨dolor social¨ y cómo afrontarlo. El Confidencial.