Depresión
4/6/2023
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¿Qué es la infertilidad secundaria y cuáles son sus consecuencias psicológicas?

¿Sabías que el 10,5% de las parejas con un hijo no consigue llevar a término un segundo embarazo? Es lo que se conoce como infertilidad secundaria, un fenómeno que, a menudo, pasa desapercibido y al que, muchas veces, se resta importancia en el entorno social, pero que puede tener un enorme impacto psicológico en las parejas. El hecho de no poder dar un hermano a sus hijos y ver truncados sus deseos de aumentar el número de miembros de la familia hace que muchas de estas parejas vivan la infertilidad secundaria con la misma decepción, frustración y tristeza que las parejas que no pueden tener ningún hijo.

Su dolor, pocas veces comprendido, puede llegar a afectar no sólo a su estabilidad emocional y a su autoestima, sino también tener una gran influencia negativa en sus relaciones sociales y en el equilibrio familiar. Sin embargo, aunque el deseo de tener un segundo hijo puede quedar latente, con el tratamiento psicológico adecuado es posible aceptar la infertilidad secundaria y superar el daño emocional que esta genera.

¿Qué es la infertilidad secundaria y cuáles son sus principales causas?

La infertilidad secundaria ocurre cuando una pareja no puede concebir o llevar a término una gestación a pesar de haber tenido un embarazo anterior exitoso. Básicamente, es un tipo de infertilidad que aparece de manera retardada, impidiendo a la pareja tener un segundo hijo. Esto puede ocurrir por dos motivos, o bien porque la pareja no logra concebir o bien porque la mujer presenta repetidos abortos que le impiden llevar a término el embarazo.

Las causas que conducen a la infertilidad secundaria coinciden, en muchos casos, con las mismas de la infertilidad primaria. La edad suele ser la principal responsable de que las parejas con un hijo no puedan volver a concebir, sobre todo cuando se tiene el primer hijo después de los 35 años. En estos casos, es habitual que disminuya la cantidad y calidad de los espermatozoides en el hombre, a la vez que se reduce la reserva ovárica en la mujer, lo que puede llevar a intentos de reproducción fallidos.

Asimismo, otra de las causas más comunes en la infertilidad secundaria son las alteraciones hormonales y/o los daños en las trompas de Falopio que impiden que el óvulo se desplace hasta el útero o que los espermatozoides alcancen al óvulo. A veces, también, puede deberse a la endometriosis o problemas vaginales o uterinos como los fibromas o las adherencias, como comprobó un estudio realizado por ginecólogos y obstetras mexicanos.

En otros casos, la infertilidad secundaria puede estar relacionada con las complicaciones o enfermedades posteriores al último embarazo como los problemas de tiroides, la hiperprolactinemia o una mala cicatrización durante el parto anterior. Un estudio realizado en el Instituto Nacional de Perinatología de México encontró, por ejemplo, que una cesárea previa puede favorecer la adherencia de la vejiga al segmento uterino, aumentando el riesgo de lesiones y de infertilidad.

De la misma manera, se conoce que existen algunos factores psicológicos que pueden influir en este problema. Sufrir estrés o ansiedad mantenidos durante un largo período de tiempo puede afectar a la concepción, de la misma manera que desarrollar una alteración emocional como la depresión mayor o un trastorno alimentario puede incidir negativamente en el proceso de búsqueda de un nuevo hijo.

Al igual que sucede en la infertilidad primaria, el tiempo aproximado para sospechar que puede existir un problema para concebir se extiende a unos 12 meses de relaciones continuadas sin protección. Un plazo que tiende a reducirse a los 6 meses en el caso de las mujeres que tienen más de 35 años.

¿Cuáles son las consecuencias psicológicas de la infertilidad secundaria?

Algunas parejas se sienten incomprendidas por las personas de su entorno y consideran que la sociedad no le confiere la importancia que merece este problema debido a que ya tienen un hijo. No poder llevar a término un segundo embarazo y hacer crecer la familia puede ser tan frustrante y doloroso emocionalmente como el hecho de no tener hijos.

Más allá de la desesperanza y las constantes decepciones por cada intento fallido, estas parejas pueden experimentar una serie de problemas psicológicos que pueden afectar a su vida cotidiana y a sus relaciones sociales. Estas son algunas de las consecuencias psicológicas más habituales que puede generar la infertilidad secundaria:

  1. Sensación de incomprensión. Hoy día existe una mayor sensibilidad respecto a la infertilidad primaria, pero no sucede lo mismo con la secundaria. Muchas personas creen que este problema no es para tanto ya que al menos han tenido un hijo, por lo que no suelen mostrar tanta empatía y sensibilidad con las parejas que sufren infertilidad secundaria. Sin embargo, lo cierto es que estas parejas pueden sentir tanto dolor como las que no tienen hijos, por lo que es habitual que, a menudo, se sientan incomprendidas y crean que no se valora lo suficiente sus sentimientos. Una sensación de incomprensión que puede hacer que se sientan confundidas, rechazadas y menospreciadas.
  2. Sentimientos de fracaso e inferioridad. Al igual que en la infertilidad primaria, las parejas que no pueden tener un segundo hijo tienen la sensación de haber fracasado en su proyecto de formar una gran familia y, a menudo, desarrollan sentimientos de inferioridad. Si bien esta sensación de fracaso está estrechamente relacionada con el estigma social en torno a la infertilidad, lo cierto es que, a veces, puede hacer que la pareja se sienta mal por no poder concebir y se compare con otras parejas de su entorno, entrando en un ciclo de malestar emocional que no hace sino acentuar su sentimiento de inferioridad.
  3. Culpabilidad. Al igual que las parejas con infertilidad primaria, las que sufren infertilidad secundaria suelen desarrollar un gran sentido de culpabilidad motivado por el hecho de no poder concebir y formar la familia que tanto anhelan. Sin embargo, en el caso de estas parejas se suma además la culpabilidad de pensar que el hijo que tienen no es “suficiente”, lo que hace que a menudo piensen que son malos padres o madres. Se trata de un sentimiento que puede provocar una gran sensación de angustia y malestar.
  4. Incremento de la ansiedad y el estrés. ¿Sabías que la infertilidad puede aumentar casi dos veces el riesgo de desarrollar estrés? Así lo corroboró un estudio realizado por especialistas de la Universiti Sains Malaysia en el que se encontró que muchas de las mujeres que sufren infertilidad, tanto primaria como secundaria, experimentan una gran ansiedad y estrés como consecuencia del sentimiento de culpabilidad por no poder concebir.
  5. Daño a la autoestima y la autovaloración. El hecho de no poder tener un segundo bebé también puede tener un efecto negativo en la autoestima y autovaloración de la mujer y su pareja. Una consecuencia que surge, por una parte, por el estigma social en torno a la infertilidad que tiende a minimizar a las personas que no pueden concebir y, por otra, debido a los sentimientos de fracaso, decepción y frustración que acompañan a muchas de estas parejas. El resultado es un daño profundo a la percepción y valoración que tienen de sí mismos y, en consecuencia, a su autoestima.
  6. Aumento de los síntomas depresivos. Estudios realizados en mujeres con infertilidad han encontrado un incremento de los síntomas depresivos en comparación con las mujeres sin esta problemática. Específicamente, se estima que síntomas como la tristeza, la angustia o la desesperanza pueden afectar al 17% de estas mujeres. Un fenómeno que, aunque menos estudiado, también afecta a los hombres. De hecho, no es extraño que muchas de las parejas con infertilidad secundaria puedan llegar a sufrir un trastorno depresivo menor en los primeros años que, de no tratarse, puede evolucionar y derivar incluso en ideaciones o intentos suicidas.
  7. Aislamiento y rechazo al entorno social. El entorno social puede convertirse en una excelente fuente de apoyo para las parejas con infertilidad secundaria, pero, también, en una fuente de incomprensión y malestar. Si bien muchas de las parejas que tienen problemas para tener un segundo hijo tienden a alejarse de su entorno debido a los sentimientos de desesperanza, apatía y desmotivación que desarrollan, en otros casos, el rechazo está relacionado con la imposibilidad de encontrar el apoyo que tanto necesitan. De esta manera, optan por aislarse de su entorno lo que, a su vez, acentúa su sensación de malestar, incomprensión y menosprecio.
  8. Cambios en la dinámica familiar. La tasa de divorcio en las parejas con infertilidad secundaria es mucho menor que en las parejas que no tienen hijos. Sin embargo, esto no significa que estas parejas no atraviesen por momentos difíciles que influyen en la estabilidad y la dinámica familiar. En algunos casos, pueden culparse mutuamente o, incluso, situar la responsabilidad en el más pequeño de casa, responsabilizándolo inconscientemente por este problema. Asimismo, otras parejas optan por sobreproteger a su único hijo, haciendo que toda su vida gire en torno a él.

¿Cómo afrontar la infertilidad secundaria y sus consecuencias psicológicas?

Algunas parejas con infertilidad secundaria pueden llegar a tener su tan anhelado segundo hijo recurriendo a técnicas de reproducción asistida. Sin embargo, hay muchas veces en las que no encuentran la solución deseada. En estos casos es fundamental aprender a afrontar la realidad y aceptar que no se podrá concebir de nuevo. No es sencillo, sobre todo si se trata de parejas que lo deseaban desde hacía mucho tiempo y han agotado todas las alternativas posibles. Sin embargo, esto no significa que sea imposible. He aquí algunas recomendaciones que pueden ayudarte a afrontar la infertilidad secundaria:

1. Evita que tu capacidad reproductiva condicione tu autopercepción 

La persona que eres no está condicionada por tu capacidad o incapacidad para concebir. Eres mucho más que tus hijos, tu pareja o tu familia. Por supuesto, las personas que te rodean deben ocupar un lugar importante en tu vida, pero no deben robarte el protagonismo. Por tanto, céntrate en eliminar el estigma social y las creencias en torno a la fertilidad o infertilidad, restando importancia a los comentarios estigmatizados de quienes te rodean e identificando tus propios estereotipos para poder eliminarlos.

2. Habla abiertamente sobre la infertilidad

Sincerarte con tu pareja, amigos o familiares más cercanos sobre las inquietudes, miedos, frustraciones o inseguridades que te genera la infertilidad secundaria puede ayudarte a canalizar las emociones negativas. Al verbalizar lo que sientes no sólo liberas esa enorme carga emocional, sino que eres capaz de poner nombre a lo que estás experimentando y, a la vez, encontrar apoyo en las personas de tu entorno. Asimismo, puede ayudarte a ver las cosas desde una perspectiva diferente y analizar puntos de vista que podrías estar pasando por alto.

3. Aprende a reconocer y regular tus emociones

Las emociones fuera de control pueden convertirse en tu peor enemigo frente a la infertilidad secundaria. Esto es debido a que incrementarán tu sensación de malestar, limitarán la visión que tienes de la situación y te harán tomar peores decisiones. ¿Cómo evitarlo? Empieza reconociendo tus emociones. Para ello, identifica los momentos en los que no te sientas tú misma y mira en tu interior para explorar qué sucede. Una vez que identifiques la emoción que te angustia, céntrate en aceptarla y dejarla ir practicando la respiración consciente, mindfulness o una técnica de relajación.

4. Reestructura tu concepción de familia y de pareja

Hay personas que sueñan desde muy temprana edad con cómo quieren que sea su vida, imaginando cómo será su pareja perfecta, su idílica boda y cuántos hijos tendrán. Sin embargo, a veces ciertos deseos no se cumplen, pero en el proceso de desarrollo van apareciendo otras metas y sueños que complementan aquellos que no se han podido obtener. Sin embargo, para evitar que esos sueños incumplidos te persigan toda la vida es importante reestructurar la concepción que tienes de los mismos. Para ello, reflexiona sobre tu ideal de pareja y familia, centrándote en los aspectos positivos que te reportan las personas de tu entorno ahora mismo. Aprender a valorar lo que tienes te ayudará a aliviar el dolor y la desesperanza.

5. Busca apoyo en las personas de tu entorno

Buscar apoyo en las personas de tu entorno no sólo te ayudará a aceptar y afrontar la infertilidad secundaria de una mejor manera, sino que te hará sentir más segura y confiada. Apoyarte en tu pareja, amigos o familiares puede ayudarte a hacer catarsis sobre lo que estás pasando y aliviar la carga emocional negativa que te acompaña. Esto, además, puede contribuir a que puedas valorar la situación desde otro punto de vista en el que quizá no habías reparado. También puedes buscar atención profesional a través de la psicoterapia. Un psicólogo puede ayudarte a superar esta etapa, brindándote las herramientas emocionales necesarias para afrontar las consecuencias de la infertilidad.

Por último, también es importante que aprendas a aceptar los vaivenes de la vida, con sus aspectos negativos y positivos, en lugar de aferrarte a unas expectativas que difícilmente se cumplirán y que pueden generarte un enorme malestar psicológico. Y, si no te sientes capaz de lidiar con esta situación tú sola, puedes recurrir a terapia individual o de pareja para encontrar los recursos y herramientas psicológicas para afrontar esta difícil etapa.