Brecha salarial: sus causas y consecuencias
¿Sabías que en España las mujeres cobran al año entre 3000 y 5000 euros menos que los hombres? Según las últimas cifras de la Agencia tributaria, la brecha salarial en el país ronda el 8%, aunque se conoce que a partir de los 36 años aumenta exponencialmente alcanzando el 30% después de los 65 años. Una desigualdad que se ha reducido en la última década, aunque no lo suficiente como para conseguir un equilibrio salarial y profesional entre mujeres y hombres. De ahí que, en la actualidad, la media de las profesionales en España no solo tenga sueldos más bajos sino también contratos más precarios, peores condiciones laborales y un acceso más limitado a puestos de mayor responsabilidad y relevancia social.
Sin duda, se trata de un problema que afecta significativamente el desarrollo profesional de las mujeres. Sin embargo, lo que a menudo pasamos por alto es que, la brecha salarial entre mujeres y hombres no solo es una cuestión de desigualdad o discriminación de género, sino que puede tener una enorme influencia en el bienestar psicológico, el desarrollo profesional y la calidad de vida de las mujeres. Pero para comprender la magnitud de estas consecuencias, primero es necesario entender las razones por las que aún hoy se mantiene esta brecha salarial.
¿Por qué se continúa perpetuando la brecha salarial?
En pleno siglo XXI, la brecha salarial persiste. La cifra de mujeres que cuentan con puestos más bajos y peor remunerados sigue siendo un problema, a pesar de los múltiples esfuerzos por reducir esta desigualdad. La mayor parte de la responsabilidad recae sobre los siglos de discriminación de género que han perpetuado el rol sumiso y poco valorado de la mujer en la sociedad. En este sentido, existen tres factores fundamentales que explican por qué las mujeres tienen menos opciones que los hombres para acceder a puestos de mayor remuneración o valor social.
1. Estereotipos de género
Durante siglos, la sociedad ha visto al hombre como un proveedor de recursos y gestor de soluciones mientras que ha relegado a la mujer a las ocupaciones menos “exigentes”, estrechamente relacionadas con el ámbito familiar. Aquello que procedía del varón ha sido valorado más positivamente, desde herencias, trabajos o sucesiones monárquicas. Con el paso del tiempo, las mujeres han demostrado su competencia y habilidades para desempeñar las mismas funciones que los hombres, tanto en el ámbito creativo e intelectual como profesional, pero estos estereotipos no se han reformulado con la misma rapidez.
Como resultado, aún hoy existen personas que piensan que los hombres están mejor preparados para ocupar puestos de mayor jerarquía en áreas como la ingeniería, la programación o la electrónica mientras que las mujeres se desenvuelven mejor en puestos de bajo nivel en el ámbito de la enfermería o la educación infantil ya que están más familiarizadas con este tipo de funciones. Una falsa creencia que perpetúa a las mujeres en estos trabajos que, en la mayoría de los casos, suelen ser peor remunerados. Asimismo, a pesar de que la mayoría de las mujeres trabaja, siguen siendo ellas quienes se ocupan del cuidado de los hijos, las tareas del hogar o los familiares dependientes, lo que reduce su disponibilidad para enfocarse en su carrera y aspirar a ascensos.
2. Visión desigual de las habilidades profesionales
¿Sabías que diversas investigaciones en el área de la psicología han comprobado que el cerebro femenino es más activo que el masculino? Esto quizá explicaría por qué las mujeres suelen tener mayor facilidad para la multitarea que los hombres. Sin embargo, a pesar de las distintas diferencias funcionales que se han encontrado entre hombres y mujeres, que confieren a estas últimas mejores competencias profesionales en determinados ámbitos y tareas, aún persiste una ideología patriarcal que sigue considerando que los hombres son más competentes y, por tanto, los juicios machistas se mantienen invadiendo todos los órdenes sociales.
El problema es que esta consideración les otorga mayor valor a los perfiles masculinos para acceder a puestos de más responsabilidad y mejor remuneración económica, priorizando la contratación de hombres para trabajos que pueden ser desempeñados independientemente del género.
3. Desvalorización del rol femenino
Otra de las causas principales de la brecha salarial se relaciona con la desvalorización del rol femenino a nivel social, un problema estrechamente relacionado con los estereotipos de género que minimizan el papel de la mujer en el ámbito familiar y personal. A menudo considerado el género “débil”, el rol femenino ha estado sujeto, por una parte, a la crítica social que categoriza a las mujeres como sensibles, frágiles o vulnerables y, por otra, a la autovaloración femenina negativa que lleva a muchas mujeres a creerse incapaces de desempeñar determinados roles profesionales y en la que no podemos desestimar el papel de la presión social en ese sentido.
El resultado es una desvalorización del rol femenino que relega a la mujer a un segundo plano, por detrás de los hombres, quienes en estas circunstancias terminan acaparando la mayor parte de los puestos mejor remunerados y con mayor relevancia y reconocimiento social.
¿Cómo afecta la brecha salarial a las mujeres, más allá del aspecto económico?
Solemos pensar que el mayor problema de la brecha salarial radica en la menor retribución económica que perciben las mujeres víctimas de este problema que, a su vez, las conduce a una situación financiera más difícil y precaria. Sin embargo, lo cierto es que más allá del impacto económico, la desigualdad salarial también tiene una enorme influencia negativa en el bienestar y la calidad de vida femenina.
1. Afecta la autoestima femenina. A pesar de estar cada vez más preparadas, lideran las listas de números uno en las universidades, oposiciones de sanidad, judicaturas, por ejemplo, tener un sueldo inferior al de los hombres puede hacer que las mujeres sientan que su trabajo vale menos que el de sus homólogos hombres y de ahí a sentirse infravaloradas o minimizadas solo hay un paso. Esta situación mantenida en el tiempo puede terminar por afectar de manera negativa la autoestima de la mujer, contribuyendo a disminuir su valía como persona.
2. Obstaculiza el crecimiento profesional de la mujer. Cuando las mujeres sienten que no se les toma en serio o perciben que no se les valora lo suficiente pueden perder la motivación y el interés en su propio crecimiento profesional. En ocasiones, pueden llegar a pensar que no vale la pena invertir tiempo, dinero o esfuerzo en su desarrollo profesional y tirar la toalla. Así, dejan de aspirar a seguir creciendo y formándose profesionalmente, lo que puede terminar perpetuando su precaria situación económica.
3. Aumenta el riesgo de desarrollar alteraciones emocionales. ¿Sabías que las mujeres que ganan menos que sus homólogos masculinos tienen 2,5 veces más probabilidades de desarrollar depresión y hasta 4 veces más riesgo de sufrir ansiedad? También tienen un riesgo mayor a sufrir estrés y síndrome de Burnout. La sobrecarga de trabajo sumado al hecho de que, a menudo, aunque la mujer trabaje debe seguir ocupándose de las cargas familiares y las tareas del hogar puede afectar su equilibrio emocional.
4. Promueve la dependencia femenina. Una mujer que ingresa hasta 5000 euros menos que sus compañeros es una mujer en riesgo de depender de su pareja, padres u otros familiares para llegar a fin de mes. Esta situación mantenida durante un largo período de tiempo puede afectar de manera negativa la autonomía femenina, convirtiéndose en un obstáculo para que una mujer pueda cumplir muchos de sus aspiraciones.
5. Perpetúa los roles de género. Siete de cada diez mujeres preferirían tener un trabajo remunerado a ocuparse de las responsabilidades familiares o compatibilizar ambas cosas. A pesar de ello, muchas mujeres deben renunciar a un trabajo a tiempo completo o a puestos de mayor responsabilidad porque no cobran lo suficiente y deben asumir las cargas familiares para equiparar su aporte al hogar.
El impacto de la brecha salarial en el ámbito empresarial
La brecha salarial es un problema que no solo afecta a las mujeres, sino que también puede tener un enorme impacto en el ámbito empresarial. El hecho de menospreciar el talento femenino puede limitar la diversidad de enfoques y soluciones en una organización, reduciendo sus posibilidades de marcar la diferencia en su sector. La desigualdad salarial en una empresa también:
1. Reduce el rendimiento profesional. La brecha salarial puede afectar la autovaloración femenina, haciendo que las mujeres se sientan menos capaces intelectual o físicamente y vean reducida su competitividad. Al no sentirse lo suficientemente valoradas su motivación y compromiso pueden verse afectados, lo cual puede incidir de manera negativa en su rendimiento profesional.
2. Favorece la fuga de talento. Cuando las mujeres no se sienten valoradas y son víctimas de la brecha salarial pierden el interés en su crecimiento profesional y se sienten menos comprometidas con la empresa. Esto no solo repercute de manera negativa en su desarrollo, sino que favorece la fuga de talento y afecta la consolidación de una plantilla con experiencia en la organización.
3. Minimiza la productividad. La brecha salarial también puede tener una enorme repercusión en la productividad empresarial. Por una parte, al sentirse menospreciadas, las mujeres pueden tener un menor rendimiento profesional, lo que se traduce en una menor productividad. Asimismo, puede aumentar la rotación de personal, lo cual afecta el rendimiento de los trabajadores y, en última instancia, los resultados de la empresa.
¿Cómo contribuir a reducir la desigualdad en el entorno laboral?
El empoderamiento de la mujer es una realidad que cada vez cobra más fuerza en la sociedad y que abre la puerta a reducir la brecha salarial que afecta a las féminas desde hace décadas. Sin embargo, los cambios sociales, sobre todo los más profundos, a veces necesitan tiempo para gestarse. Afortunadamente, existen algunas maneras de empezar a reducir la brecha salarial desde el entorno de trabajo que pueden contribuir a acelerar este proceso.
1. Combatir los estereotipos de género. Combatir los estereotipos de género en el entorno laboral es una buena manera de promover la contratación igualitaria en hombres y mujeres, así como facilitar el acceso de las profesionales a puestos de mayor jerarquía y con mejor remuneración económica. Para conseguirlo no solo basta con proyectar planes de contratación más equitativos, enfocados en el rendimiento y experiencia profesional y no en el género, sino que también es importante concienciar a los trabajadores sobre este problema a través de conferencias o talleres sobre el tema. En este sentido, la psicología no solo puede brindar una visión más integradora y explicativa que permita comprender mejor este fenómeno, sino que puede brindar recursos prácticos para combatir los estereotipos de género en la organización.
2. Fomentar medidas de conciliación. Otra manera de reducir la brecha salarial en el ámbito empresarial consiste en diseñar planes de conciliación más personalizados que se ajusten a las necesidades de cada trabajador y contribuyan a aliviar la carga de responsabilidades que cargan muchas mujeres sobre sus hombros. Un ejemplo de ello son la bolsa de horas o los horarios flexibles. Además de la implementación de la baja por maternidad y paternidad, las ausencias justificadas o los permisos de vacaciones retribuidas, para fomentar la conciliación también puede promoverse una mayor cultura del teletrabajo, la aplicación de un horario más flexible o el sistema de trabajo por objetivos.
3. Estimular el crecimiento profesional femenino. Fomentar el crecimiento profesional de las mujeres trabajadoras es una excelente manera de promover el talento en la empresa y reducir la brecha salarial. Una buena manera de conseguirlo consiste en facilitar el acceso de las mujeres a cursos y programas de superación profesional, a través de los cuales puedan consolidar sus conocimientos y adquirir nuevas habilidades que les permitan escalar en su carrera.
Promover un entorno laboral donde prime la justicia social, en el que las mujeres se sientan más valoradas y se les confieran mayores responsabilidades dentro del entorno empresarial también es una buena manera de reducir la brecha salarial y fomentar una mayor igualdad de género. Y, en este sentido, la psicología del trabajo puede desempeñar un rol esencial no sólo para promover una cultura laboral más equitativa y libre de estereotipos de género, sino para empoderar al talento femenino, brindándoles a las mujeres diferentes herramientas para hacer sus elecciones laborales, crecer profesionalmente y realizar la conciliación personal que deseen.
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Referencias:
(2022) La brecha salarial de género en España se dispara a partir de los 36 años. En: CincoDías.
Platt, J. et. Al. (2016) Unequal depression for equal work? How the wage gap explains gendered disparities in mood disorders. Social Science & Medicine; 149: 1-8.
(-) Hacia un futuro mejor para las mujeres en el trabajo: la opinión de las mujeres y de los hombres. Encuesta de Gallup y Organización Internacional del Trabajo.
Ingalhalikar, M. et. Al. (2014) Sex differences in the structural connectome of the human brain. Proceedings of the National Academy of Sciences; 111 (2): 823-828.
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