¿Cómo ayuda la diversidad al espacio de trabajo?
Nuestros entornos de trabajo constituyen, según varias encuestas, el contexto en el que pasamos más del 30% del tiempo de vida en el que estamos despiertos. Por ello, el ámbito laboral tiene un peso fundamental en nuestras vivencias, aprendizajes, procesos de socialización, formación y experiencias emocionales, que posteriormente se vincularán al resto de ámbitos de nuestra existencia. Lo que ocurra, se transmita, se forme o se vivencie en la oficina, afectará ineludiblemente a nuestras ideas, percepciones y valores vitales.
De esta manera, el ámbito laboral no debe quedar exento de los requerimientos y desarrollos psicosociales que la sociedad demanda para el progreso y la optimización de la convivencia de las personas.
Así pues, ¿es la oficina un entorno adecuado y necesario para el fomento, la formación y la naturalización de la diversidad humana social? La respuesta es sí, ya que toda parte que conforma el complejo social en el que vivimos debe ser receptor y espejo al mismo tiempo de la realidad contemporánea, y dicha realidad es claramente diversa.
La diversidad optimiza el trabajo
Vivimos en una sociedad eminentemente diversa en cuestiones culturales, de género, sexo, orientación sexual, etnia, capacidades cognitivas, procedencia, religión, origen socioeconómico o ideología y, en base a la globalización del planeta, el entorno laboral debe insertarse en el contexto que lo engloba.
La inclusión de la diversidad en las organizaciones laborales es fundamental, tanto por su función como parte del entramado de la sociedad que nos rodea, como para el propio funcionamiento de dichas organizaciones.
Según Vilariño (2019), las empresas se verán beneficiadas y favorecidas con plantillas, formaciones, actuaciones e idearios que abracen dicha diversidad, pues se propicia así mayores niveles de productividad según los trabajadores comparten e intercambian valores, ideas, concepciones y percepciones de las cosas que les rodean y de las que deben ocuparse.
Dicha capacidad de aprendizaje y desarrollo recíproco potencia exponencialmente:
- La creatividad.
- Las novedades.
- La evolución.
- El progreso.
Así lo corrobora un estudio de Forbes en el que casi el 60% de las organizaciones con mayores beneficios económicos se definían como empresas favorables a la incorporación de la diversidad para potenciar la innovación y el desarrollo.
Todas las personas que trabajan en una entidad representan un amplísimo y variado conjunto de conocimientos, destrezas, competencias y perspectivas tan numerosas como distintas. Eso permite enriquecer los desempeños y objetivos planteados por la organización, a través de la amplitud de miras, la incorporación de conceptos novedosos, o la búsqueda de nuevos campos diana a los que dirigirse.
“Renovarse o morir”, típico dicho popular totalmente acertado en este tema. En muchas ocasiones, las empresas generan círculos viciosos persiguiendo los mismos fines de siempre e intentando solventar los mismos conflictos surgidos antaño en relación a realidades sociales también pasadas. Por ejemplo: imaginemos que en nuestra oficina se nos plantea un problema del cual sólo tenemos la costumbre o la experiencia de intentar resolverlo a través de una vía, que es la que mejor resultado nos ha dado normalmente. Sin embargo, en este caso, existen implicaciones culturales o de procedimiento distintas a las que se nos habían planteado antes. Es entonces cuando otras visiones diferentes, otros estilos de afrontamiento u otras perspectivas de gestión pueden mostrarnos nuevos caminos de intento de solución o mejora que, previamente a dicho conocimiento, no nos hubiésemos planteado.
Es en situaciones como ésta en las que la diversidad entre el personal laboral es un valor añadido. Adquirimos perspectiva de género, valores novedosos, formas de gestión diferentes o complementarias, visión intercultural de las problemáticas, y finalmente, destruimos prejuicios, estereotipos y conductas discriminatorias, en muchas ocasiones inconscientes, que realizamos cotidianamente, motivadas por desconocimiento o lejanía a nuestras propias vidas.
Otro de los añadidos que aporta la diversidad en el entorno laboral son las alternativas y el talento diferencial. Conocer, entender y adentrarse en los gustos, necesidades u orientaciones de los distintos colectivos sociales produce la generación de un mayor abanico de opciones que puedan ser estudiadas e incorporadas por las organizaciones para cubrir los objetivos propuestos para dichas colectividades. Al mismo tiempo, personas diversas en todos los aspectos que anteriormente hemos nombrado, incrementan la incorporación de talento que se distingue de la homogeneidad, y con ello, las empresas logran expandir sus fines, productos, servicios, etc., obteniendo la aceptación y confianza de mayor número de sectores de la población.
No olvidemos que la generación Z y los millennials (generaciones de adultos-jóvenes de la actualidad, y por tanto, los a corto plazo dirigentes sociales), es la generación más diversa de la historia. Debido a ello, es lógico dar por hecho que los requerimientos que se van a ir planteando socialmente seguirán esa misma dirección de políticas diversidad y derrumbe de concepciones laborales no inclusivas.
La diversidad en el entorno de trabajo optimiza el desarrollo personal
Ahora bien, podríamos preguntarnos: ok, todo esto está muy bien y es muy adecuado en relación al desarrollo natural y óptimo que debe emprender el ámbito laboral contemporáneo. Sin embargo, a nivel personal, ¿qué nos aporta como beneficioso el que el personal de nuestra oficina o nuestro trabajo sea inclusivo y diverso?
La respuesta a esta pregunta es múltiple:
En primer lugar, mejora el clima laboral y el engagement
El ambiente de trabajo se hace más ameno y acogedor cuando las personas con las que se trabaja son dispares y no existe ninguna imposición de criterios ni pautas propias de una sola perspectiva vital o psicosocial. Es decir, se fomenta mucho más el valor personal como trabajador. Por un lado debido a que cada uno constituimos un elemento diferencial y a su vez esencial en nuestro trabajo, pues nuestra función, labor, visión de las cosas, etc., no está “repetida”. Y por otro lado, se fomenta la vinculación del trabajo y apoyo grupal, para aunar fuerzas y complementarnos unos compañeros a otros, de cuyos debates o puestas en común surgen las mejores opciones o las más innovadoras. Todo ello, nos hace sentirnos mejor valorados y mucho más a gusto en nuestro entorno laboral.
Congruentemente, la dedicación y el vigor que ponemos en nuestro desempeño aumenta, nos motiva más ir a trabajar, y nuestras tareas nos “absorben” positivamente, evitando la desidia y el burnout, y potenciando nuestro engagement laboral. Todo ello desemboca en una mayor satisfacción y bienestar en el trabajo.
En segundo lugar, fomenta nuestro desarrollo personal, nuestra conciencia social, nuestros valores humanos y nuestra empatía y tolerancia
Quizás nunca habíamos considerado las dificultades que las mujeres, las personas del colectivo LGTBIQ+, o las personas de otras razas distintas a la caucásica tienen en el acceso al mundo laboral o para progresar en su carrera profesional en algunos sectores, debido a que “no conocemos a nadie así” o que “no me había tocado de cerca”.
Ahora, si donde trabajamos, (como decíamos, el contexto en el que pasamos gran parte de nuestra vida), vivenciamos nuevas situaciones, nuevas realidades, o somos testigos u observadores de ello, supone un inmenso aprendizaje personal. Pasamos a ser conocedores y parte de cuestiones que anteriormente no nos implicaban de ninguna manera, y eso hace que desarrollemos habilidades sociales básicas para nuestro desenvolvimiento adecuado como son el respeto, la tolerancia y la empatía. Conocemos más, entendemos mejor, nuestro mundo se vuelve más abierto, y todo influirá en una mayor satisfacción vital.
Finalmente, la visibilización de las políticas de diversidad e inclusión en las organizaciones laborales es esencial para la consolidación de estos nuevos valores sociales en el trabajo, ya que sin la difusión y normalización posterior de los mismos, todo podría quedarse en agua de borrajas dependiente de las posiciones de los dirigentes empresariales de cada momento. En base a ello, es fundamental la transformación de la cultura organizacional global siempre de la mano de la realidad social actual.
Conclusión: diversidad es igual a éxito
Como conclusión, la diversidad representa el motor de cambio y progreso del ámbito laboral en nuestro tiempo. Es un aspecto esencial para el desarrollo de nuevas estructuras, entramados funcionales y tareas novedosas que van conformando poco a poco la nueva realidad organizacional, siempre vinculada a la realidad social presente y futura. Las empresas diversas ganan en captación de talento, en expansión, en imagen y en beneficios; sus trabajadores ganan en integración de conocimientos, la eliminación de prejuicios, la comunicación efectiva y la incorporación de nuevas perspectivas. Todo ello se traduce finalmente en éxito, productividad, rendimiento, avance, satisfacción y bienestar.
El respeto por la diversidad y su incorporación como eje transversal en las políticas y modelos de gestión de las organizaciones es la vía a seguir, y para ello, los trabajadores deben configurar equipos colaborativos e integradores, con estilos diversos complementarios, e incluir el factor humano y personal en los desempeños, pues no olvidemos que nuestro trabajo en una parte fundamental del conjunto de nuestra vida, y la felicidad es más alcanzable desde la luz que aporta la amplitud de realidades y percepciones vitales, que desde los ostracismos estancos del criterio único homogéneo.
En Therapyside contamos con profesionales que podrán ayudarte a integrar la diversidad a tu entorno laboral.