¿Se puede tener una relación saludable con la comida?
¿Te sientes culpable tras comerte una pizza un viernes por la noche? ¿Llevas la cuenta exacta de tus calorías diarias? ¿Evitas quedar con los amigos para no sucumbir a la tentación culinaria? ¿Te refugias en la comida para controlar tu ansiedad y/o estrés? ¿Evitas los alimentos con lactosa o gluten, a pesar de no ser intolerante? Entonces, es probable que tengas una relación poco saludable con la comida. Y es que tener una relación tóxica o poco saludable con la comida va más allá del diagnóstico de un Trastorno de la Conducta Alimentaria, involucra la manera en la que percibimos la comida y el lugar que ocupa en nuestra vida independientemente de tu peso o de tus patrones de alimentación.
La relación con la comida no está determinada solo por lo que comes, sino por el impacto que estos alimentos tienen en tu estado psicológico. Puedes estar en tu peso ideal, tener estructurados los horarios de comida y una dieta sana y, aún así, tener una relación poco saludable con la comida porque no disfrutas realmente los alimentos que consumes o no te brindas la posibilidad de darte un capricho de vez en cuando. Sin embargo, aunque pueda parecer un objetivo difícil de alcanzar, crear una relación saludable con la comida es posible.
¿Qué se entiende por una relación saludable con la comida?
En el ámbito de la Psicología de la Nutrición, una relación saludable con la comida es aquella en la que somos conscientes de lo que comemos y tomamos decisiones informadas sobre la comida, convirtiendo el mero acto de alimentarnos en una fuente de bienestar. Básicamente, se trata de elegir los alimentos que realmente nos nutren, atendiendo y respetando las necesidades de nuestro cuerpo en cada momento, de manera que disfrutamos plenamente de la comida y nos sentimos en paz con nuestras decisiones alimentarias.
Para mantener una relación saludable con la comida es importante aprender a disfrutar de los alimentos y el proceso de preparación de estos, así como de toda la impronta social y cultural que los rodea. Esto además de saber escuchar y respetar las señales de hambre y saciedad real, que no emocional, que nos indican cuándo y cuánto comer. Se trata de un vínculo determinado por nuestras necesidades biológicas, de manera que no comemos porque estamos ansiosos, estresados o deprimidos ya que no usamos los alimentos para calmar y/o gestionar nuestro estado de ánimo, así como tampoco experimentamos sensación de culpa o arrepentimiento tras comer.
En una relación saludable con la comida tampoco hay alimentos prohibidos, ni registros pormenorizados de calorías o cantidades. La comida tampoco determina ni marca nuestra vida cotidiana, no es una obsesión, ni un elemento que influye en nuestras relaciones con el resto de las personas. Cuando tenemos una relación sana con la comida nuestros hábitos de alimentación no nos definen ni permitimos que lo que comemos se convierta en un problema en nuestro día a día. Esto porque aprendemos a comer de forma sana y equilibrada y estamos en paz con nuestras decisiones alimentarias.
¿Por qué tienes una relación poco saludable con la comida?
A pesar de que estamos diseñados biológicamente para tener una relación saludable con la comida, lo cierto es que existen muchos factores que van modificando nuestro concepto sobre los alimentos a medida que crecemos. De ahí que, a pesar de la gran cantidad de información sobre nutrición y hábitos de alimentación a la que tenemos acceso hoy día, muchas personas terminan desarrollando un vínculo tóxico con la comida. Estas son algunas de las causas más frecuentes que pueden explicar tu relación poco saludable con la alimentación.
1. Influencia social. Comer no es solo una necesidad básica, sino una forma de socializar e integrarse a la cultura. De ahí que a veces nos dejemos influenciar por las personas de nuestro entorno, las creencias culturales o estereotipos sociales en torno a la comida y terminemos desarrollando una relación poco saludable. Además, la moda de las dietas tampoco ayuda ya que nos anima a seguir estándares que no tienen que coincidir necesariamente con las necesidades nutricionales de nuestro cuerpo.
2. Educación infantil. Nuestra actual relación con la comida está determinada en gran medida por los hábitos de alimentación que aprendimos en la infancia. Si crecimos en una familia con poca o ninguna información sobre alimentación que fomentaba patrones poco saludables y utilizaba la comida como recurso para calmarnos o recompensarnos cuando llorábamos o conseguíamos un logro es probable que de adultos repitamos estos patrones, aunque no seamos conscientes de ello.
3. Problemas de autocontrol. Detrás de una relación poco saludable con la comida a menudo se esconden problemas de autocontrol. Ya sea porque lleves una alimentación muy estricta con horarios muy estructurados o, por el contrario, no seas capaz de tomar el control de tu dieta y te dejes llevar por tus impulsos, la falta o exceso de autocontrol puede terminar afectando tus decisiones alimentarias.
4. Alteraciones emocionales. ¿Sabías que sufrir ansiedad o depresión puede afectar tu relación con la comida? Atravesar una época de mucho estrés o afrontar una ruptura de pareja también puede influir en tus decisiones nutricionales y animarte a refugiarte en la comida para compensar esas carencias o problemas emocionales. En estos casos, es posible que termines desarrollando una relación poco saludable con la comida que se acentúa cuando atraviesas una época de crisis emocional.
5. Falta de información. La información es poder. Leer e informarse sobre nutrición y los beneficios de los alimentos nos ayuda a tomar mejores decisiones sobre la comida, pero cuando no lo hacemos corremos el riesgo de consumir alimentos poco sanos y tener hábitos de alimentación que no son saludables para nuestro cuerpo ni la mente. De hecho, la falta de información es una de las causas más frecuentes que puede explicar tu mala relación con la comida.
Las consecuencias psicológicas de tener una mala relación con la comida
La mayoría de las personas somos conscientes de que tener una mala relación con la comida tiene un enorme impacto en nuestra salud física. Desde falta de energía, aumento de peso y problemas de colesterol hasta alteraciones cardiacas o hepáticas, son muchos los estragos que una relación poco saludable con la comida puede provocar en tu cuerpo. Sin embargo, lo que muchos no saben es que sus efectos pueden ir más allá del ámbito físico y dañar tu salud psicológica. Una relación poco saludable con la comida puede generar:
1. Bajo rendimiento cognitivo. ¿Sabías que una relación poco saludable con la comida puede afectar tus funciones cognitivas y reducir tu rendimiento? Tomar decisiones inadecuadas que promuevan el consumo excesivo de grasas saturadas o de alimentos con poco aporte nutricional pueden desencadenar una respuesta inflamatoria que afecta tanto el proceso de neurogénesis, es decir, la creación de nuevas neuronas, como las estructuras cerebrales implicadas en la cognición. Además, cuando pasas gran parte del día pensando en la comida, ya sea por el ansia de comer o porque estás demasiado preocupado por las calorías y nutrientes, tu mente está distraída y tu nivel de concentración se reduce impidiéndote focalizar tu atención en otras tareas.
2. Alteraciones emocionales. El filósofo alemán Ludwig Feuerbach no andaba desacertado cuando dijo “somos lo que comemos”. Nuestro estado emocional y psicológico tiene una estrecha relación con nuestra alimentación. De la misma manera que nuestras emociones influyen en nuestras decisiones alimentarias, los alimentos que consumimos pueden afectar positiva o negativamente nuestra estabilidad psicológica. ¿Sabías, por ejemplo, que la comida chatarra puede aumentar el riesgo de sufrir depresión o que el azúcar aumenta los síntomas ansiosos? Una relación poco saludable con la comida puede propiciar la aparición de pensamientos intrusivos que generen malestar emocional y aumenten el riesgo de sufrir ansiedad o estrés, a la vez que puede provocar alteraciones más serias como los Trastornos de la Conducta Alimentaria.
3. Sensación de insatisfacción. Tener una relación tóxica con la comida también puede influir negativamente en tu satisfacción y bienestar emocional. Esto ya que cuando no eres capaz de mantener un vínculo sano con la comida, la alimentación se convierte en una fuente de preocupación y/o problemas en tu vida en lugar de generar placer. De esta manera, terminas dedicando una gran cantidad de tiempo y esfuerzo a tu dieta, sin que esto te haga sentirte más satisfecho y mejor contigo mismo/a.
4. Problemas de autoestima. Tener una relación poco saludable con la comida también puede hacer que desarrolles una imagen corporal distorsionada y afectar tu autoestima. Esto ya que promueve la aparición de pensamientos intrusivos sobre la percepción que tienes sobre tu cuerpo, tus decisiones o hábitos cotidianos que además de generar un enorme malestar emocional pueden dañar tu autovaloración y autoconcepto. De hecho, en algunos casos puede convertirse en una fuente de inseguridad que repercute en otras áreas de la vida.
5. Problemas en las relaciones sociales. Cuando no estás en paz con lo que comes puedes terminar boicoteando las relaciones con las personas de tu entorno. Ya sea porque evitas las comidas y cenas con los amigos y/o familiares para no verte tentado a comer más de la cuenta o porque tienes discrepancias con las personas de tu entorno respecto a los hábitos de alimentación, cuando no tienes una buena relación con la comida es fácil que esto se refleje en tus relaciones sociales.
Tener una relación saludable con la comida es posible: 5 pautas para conseguirlo
Mantener una relación saludable con la comida no solo es beneficioso para tu equilibrio emocional, sino que es necesario. Comer es una necesidad biológica, es una actividad que tendrás que realizar varias veces todos los días de tu vida, por tanto, si no quieres tener que enfrentar a diario tus problemas con la alimentación debes cambiar la manera en la que te relacionas con la comida. He aquí algunas claves psicológicas sencillas que pueden ayudarte a conseguirlo.
1. Revisa tus creencias sobre la alimentación
El primer paso para comenzar a tener una relación más saludable con la comida consiste en revisar tus creencias y estereotipos sobre la alimentación. ¿Qué es para ti una alimentación sana? ¿Permites que el hambre emocional dicte tus horarios de comida? ¿Cuándo te sientes estresado/a o ansioso/a recurres a la comida para aliviar tu malestar mental? Conocer tus hábitos de alimentación y las ideas que los sustentan puede ayudarte a detectar dónde te estás equivocando y los aspectos que quieres cambiar. En este sentido, también es importante que detectes los pensamientos intrusivos que te animan a tomar malas decisiones o hacen que te sientas mal o incómodo/a con la comida, el primer paso para poder trabajar en ellos y eliminarlos.
2. Date permiso para comer equilibradamente
En una relación saludable con la comida no hay alimentos prohibidos ni reglas rígidas. Tus señales de hambre y necesidades nutricionales son las que dictan lo que debes o no comer, cuánto y cuándo hacerlo. Esto ya que cuando te restringes determinados alimentos o estableces normas muy estructuradas tu mente lo percibe como una prohibición, lo que te genera más ansiedad. Por tanto, si quieres tener un vínculo sano con la comida date permiso para comer cuando sientas que tu cuerpo lo pide. Obviamente, esto no significa dejarse llevar por los impulsos y comer todo lo que se te antoje, sino dejar de percibir la comida como una prohibición o un problema. La clave, según el catedrático estadounidense Brian Wansink radica en entrenar al cerebro para elegir los alimentos más adecuados y contar con estrategias psicológicas para no caer en la tentación.
3. Aprende a escuchar a tu cuerpo y tu mente
Los seres humanos estamos diseñados biológicamente para percibir las necesidades de nuestro cuerpo y escuchar las señales de hambre y saciedad. Sin embargo, dejándonos llevar por el hambre emocional y la influencia social vamos perdiendo esta habilidad natural. Si en realidad quieres mantener un vínculo saludable con la comida es importante que aprendas a escuchar a tu cuerpo. Esto no implica que no puedas seguir un plan dietético para adelgazar o ganar masa muscular si es tu objetivo, pero es importante que seas capaz de percibir lo que tu cuerpo necesita en cada momento para que puedas establecer un equilibrio saludable. Sin embargo, también es fundamental que aprendas a identificar y regular tus emociones para evitar que afecten tus decisiones nutricionales y que seas capaz de mantener un buen equilibrio psicológico recurriendo a la meditación, las técnicas de respiración o la relajación que te ayude a mejorar la relación con la comida y contigo mismo/a.
4. Practica la alimentación consciente
También conocida como mindful eating, la alimentación consciente te ayudará a comer con intención y a disfrutar de los alimentos. Básicamente es un concepto que te anima a estar plenamente presente mientras comes, sin distracciones, dispositivos electrónicos, programas de televisión ni ningún otro elemento que pueda desviar tu atención de la comida. De esta manera, no solo serás capaz de degustar mejor las recetas, sino que podrás notar las señales de saciedad de tu cuerpo y las sensaciones que experimentas al comer. Una forma sencilla de conectar con tus instintos más básicos y retomar el control sobre tu alimentación.
5. No utilices la comida para solucionar tus problemas emocionales
Para muchas personas la comida se ha convertido en una herramienta para calmar su ansiedad, aliviar su estrés o recompensarse. Sin embargo, aunque la comida esté estrechamente relacionada con tus emociones, no debería convertirse en la solución al malestar emocional que experimentas. La comida no es la solución para tratar la ansiedad, llenar el vacío que sientes o recompensarte por un logro y cuanto más la utilices con este fin, peor te sentirás contigo mismo/a porque entrarás en un círculo vicioso en el que la elección de los alimentos que comes afecta tu estado emocional. Por tanto, si quieres evitar este círculo, debes dejar de usar la comida para satisfacer tus necesidades emocionales y recurrir a ella solo cuando tienes hambre de verdad.
Somos conscientes de que a veces es difícil cambiar el modo en el que te relacionas con la comida ya sea porque llevas muchos años arrastrando estos hábitos o porque es la manera que tienes de afrontar tus problemas emocionales. En estos casos, si no eres capaz de mejorar la relación con la comida por ti mismo, puedes acudir a un profesional de la psicología que te ayude a comprender de dónde proviene este problema y te brinde las pautas para solucionarlo.
Puedes contar con un psicólogo online en Therapyside para seguir profundizando en tus emociones, priorizarte y cuidar tu bienestar psicológico. Si este artículo te ha ayudado a comprender mejor este tema, ¡esperamos que te sientas más empoderado para vivir una vida sin limitaciones!