Signos que indican que debes prestar atención a tu salud mental
En la actualidad, acudir al psicólogo sigue siendo un tema prácticamente tabú. De la misma manera que cuando nos duele una muela, acudimos al dentista, ¿por qué nos cuesta tanto admitir que estamos pasando por un mal momento y necesitamos la ayuda de un profesional?
La Organización Mundial de la Salud lleva tiempo alertando de la importancia del cuidado y la atención de la salud mental. Incluso han llegado a declarar que la próxima pandemia, en los países occidentales, tendrá que ver con problemas de salud en este ámbito. Concretamente en España, ha aumentado la gravedad de los trastornos que se habían diagnosticado antes de la pandemia; y además, los casos de ansiedad y depresión se han disparado. Una muestra de esto es que, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, más de dos millones de españoles toman ansiolíticos a diario.
Además, el ritmo de vida que llevamos, muchas veces nos impide parar a analizar cómo nos encontramos. Es fundamental dedicar tiempo a cuidar de nuestra salud mental y aprender a identificar cuándo debemos ponerle más atención. Volver un hábito cuidar de ella podrá ayudarnos a prevenir futuros problemas y trabajar en las herramientas que tenemos para afrontar la ansiedad, la presión y las situaciones que podrían generarnos problemas.
También es importante aprender a identificar aquellos signos que podrían significar que haya que ponerle más atención a nuestro bienestar psicológico. A continuación veremos doce signos que nos alertan de esta situación, pero ten en cuenta que estos síntomas, de forma aislada y puntual, no deben considerarse como un problema. Por regla general, podemos hablar de problema de salud mental cuando estos signos aparecen durante un periodo de al menos dos semanas consecutivas.
1. No poder desarrollar la actividad laboral y/o académica con normalidad
Este suele ser uno de los primeros síntomas en aparecer y además es fácil de detectar por el entorno. Puede ocurrir, bien porque disminuye la capacidad de concentración, o bien porque desaparece la motivación. Sea por un factor u otro, esto repercute en el desempeño de las actividades diarias y como consecuencia pueden surgir problemas en el área laboral y/o académica.
2. Falta de interés en actividades que antes solías disfrutar
Cuando nos encontramos con un bajo estado de ánimo, algunas de las cosas que dejamos de hacer son precisamente las que más nos pueden ayudar a sentirnos mejor. Por ejemplo, en lugar de realizar una actividad de ocio, preferimos quedarnos en casa porque salir supone un esfuerzo muy grande. Pero al dejar de lado estos momentos, en lugar de ayudarnos, a largo plazo nos hace sentir peor, y el bucle de malestar se puede ir haciendo cada vez más grande.
3. Problemas en las relaciones personales
Aunque todas las relaciones tienen altibajos, es muy habitual que las relaciones con nuestro entorno se vean resentidas cuando tenemos algún problema de salud mental. A veces porque nos aislamos, otras veces porque pagamos con nuestro entorno nuestro malestar o porque nos sentimos incomprendidos. El caso es que esto puede afectar tanto en las relaciones familiares, como de pareja y amistades. En muchos casos, son ellos los que nos van a alertar de que algo está ocurriendo y que debemos prestar atención a nuestro bienestar psicológico.
4. Aparición de síntomas físicos
Nuestra salud física y mental van de la mano. Por eso cuando algo no funciona en una de ellas, tiene consecuencias en la otra. En ese momento es cuando empiezan a aparecer algunos síntomas físicos que pueden estar relacionados con el malestar psicológico. Aunque hay una gran variedad de síntomas y dependen mucho de cada persona, los más habituales son los siguientes: dolores de cabeza recurrentes, tensión muscular, problemas estomacales, y cansancio físico y mental.
5. Mal humor inusual
El carácter especialmente irritable o los cambios bruscos de comportamiento son un signo de que algo no va bien. En casos extremos incluso pueden aparecer ataques de ira en forma de un impulso agresivo hacia alguien en concreto o hacia el mundo y la situación en general. En muchos casos, es la forma de canalizar la frustración que se siente o una manera de evitar asumir la responsabilidad en algún acontecimiento, en el que sabemos que hemos cometido un error o tomado una mala decisión.
6. Sentir que las emociones te desbordan
A veces sentimos que las emociones nos inundan y no sabemos cómo gestionarlas. No entendemos por qué nos sentimos de una determinada forma y de alguna manera esas emociones controlan nuestro comportamiento en el día a día. Convivimos con el sufrimiento casi de forma continua, soportando el malestar que esto conlleva. Tenemos que prestar especial atención a las emociones como la tristeza, la desgana, la ansiedad o la melancolía intensas y mantenidas en el tiempo. Pero esto no significa que cualquier malestar emocional tenga que ser tratado como un signo de alarma. De hecho, lo más recomendable es tratar de entender qué está ocurriendo, qué lo está provocando, aceptar todas las emociones que sintamos (tanto “positivas”, como “negativas”, todas tienen su función) e intentar entender qué mensaje nos están transmitiendo. Esta es una de las formas de aprender a manejarlas cada vez que aparezcan.
7. Altos niveles de estrés mantenidos en el tiempo
El estrés es un estado de sobreactivación de nuestro organismo, cuando se da alguna circunstancia que nos pone a prueba, a la que no estamos acostumbrados/as o que nos desborda. El estrés puntual y ante este tipo de acontecimientos es normal y adaptativo. Es lo que nos permite enfrentarnos a esa novedad y salir airosos. El problema aparece cuando el estado de estrés se mantiene activado de forma constante y ante situaciones que no lo requieren. Cuando se convierte en una activación crónica es cuando deja de ser adaptativa, y cuando nos está indicando un problema que afecta a nuestro bienestar psicológico.
8. Aislamiento social.
Pasar mucho tiempo a solas, dejar de hacer actividades que antes hacías con otras personas, o alejarte de la familia y amigos, también pueden ser signos de alerta. Pero no debe confundirse con el comportamiento habitual de una persona introvertida, sino que se trataría de un cambio brusco y poco usual en la forma de comportarte.
9. No prestar atención al cuidado personal
Abusar del alcohol o las drogas puede ser un síntoma de que algo no va bien porque se suele utilizar como forma de escapar de los problemas. Así como descuidar la higiene personal o llevar a cabo comportamientos autodestructivos. Todos estos hábitos pueden dar una sensación de alivio a corto plazo, pero en el medio y largo plazo, solo contribuyen a empeorar nuestra salud mental.
10. Desesperanza
Se trata de la sensación de pérdida de motivación o de la falta de razones para estar bien. Aparecen pensamientos negativos sobre el futuro, de inutilidad, tristeza, culpa e incluso ideas de suicidio. En definitiva, se trata de la pérdida de expectativas en el día de mañana y de no ver el futuro con claridad.
11. Preocupación excesiva
O también llamada preocupación tóxica. Es aquella que consume una gran cantidad de nuestro tiempo y nuestra energía pero que, sin embargo, no nos ayuda a resolver el problema. Bien porque no depende de nosotros, o bien porque estamos preocupándonos por algo que ni siquiera ha llegado a ocurrir (y que a lo mejor nunca ocurrirá). Son pensamientos anticipatorios y catastróficos que te impiden vivir tu vida con normalidad y afectan a tu bienestar psicológico.
12. Problemas de sueño y cambios en los patrones de alimentación
Esta es otra de las áreas que más afectadas se suelen ver. En lugar de conciliar el sueño con normalidad, después de un día de actividad, no podemos dormir o nos desvelamos con mucha facilidad. Esto puede ocurrir por no tener una adecuada higiene del sueño, pero también por tener preocupaciones constantes que nos rondan la cabeza y que impiden que nos relajemos para poder conciliar el sueño. Dormir bien es importante para poder desempeñar nuestras actividades diarias con normalidad, para mantener un buen nivel de energía y concentración durante el día. Por eso, cuando llevamos varios días sin poder dormir, empieza a notarse en diferentes aspectos de nuestra vida.
En cuanto a la alimentación, aparece un cambio de patrón brusco. O bien dejamos de comer o lo hacemos en exceso y a base de alimentos que no son nutritivos e incluso perjudiciales para nuestra salud.
Prestar atención a estos signos nos puede ayudar para determinar si es necesario pedir ayuda o emprender acciones para mejorar nuestra salud mental. Pero no hay que olvidar que a veces la necesidad de acudir a terapia o prestar atención a nuestra salud mental, no viene determinada por un síntoma específico sino, por ejemplo, por la necesidad de mejorar la autoestima; o de elaborar estrategias de afrontamiento a una determinada situación; de fomentar el autocuidado; de trabajar en el desarrollo personal; o, en definitiva, de trabajar cualquier aspecto de nuestra vida que pueda contribuir a mejorar nuestro bienestar psicológico.
En Therapyside contamos con varios psicólogos que te ayudarán a cuidar de tu salud mental y alcanzar tu mejor versión.