Cómo mejorar la convivencia con tu familia política durante las fiestas
Cuando nos enamoramos no podemos dejar de pensar en la persona con la que estamos y nos cuesta darle importancia a nada más. Sin embargo, a medida que avanza la relación, llega un día en el que nos presenta a su familia y nos damos cuenta de que hemos elegido a nuestra pareja, pero no podemos elegir a sus familiares.
No tener una buena relación con la familia de nuestra pareja puede causar problemas, sobre todo a medida que se aproximan las épocas de período de celebraciones, bien sean cumpleaños, bodas o cualquier otra festividad anual. Es ahí cuando la sensación de estrés y ansiedad empieza a aparecer en nuestro cuerpo simplemente al pensar que en unos días vamos a tener que pasar la velada en compañía de nuestra familia política.
Una mala relación provocará que desarrollemos sentimientos de vergüenza, inadaptación, falta de pertenencia y, en general, sentimientos muy invalidantes que nos harán pensar que somos inferiores o que no encajamos dentro del grupo. Esto va a afectar seriamente tanto a nuestra autoestima a nivel personal como a la relación de pareja.
Beneficios de una buena convivencia con la familia política
Como ya hemos comentado, la relación con la familia política suele ser uno de los problemas más difíciles de superar dentro de la pareja. Esta relación puede ser mala, bien sea por celos, rivalidad o luchas de poder o, simplemente, porque nos encontramos obligados a relacionarnos con personas que tienen una visión del mundo o una manera de pensar y actuar completamente diferente a la nuestra.
Hacer el esfuerzo de intentar mejorar esta relación va a resultar muy positivo, sobre todo para la relación con tu pareja. Si la familia acepta a la persona con la que compartes tu vida, existirán más posibilidades de que la relación funcione. Además, la familia de tu pareja puede ser un gran punto de apoyo para ti si tus objetivos son continuar en tu relación a largo plazo. No hay que olvidar que el concepto de familia es muy amplio y no debemos cerrarnos solo a los lazos de sangre o a la familia de origen.
Aceptar a la familia política como una parte más de nuestro entorno será beneficioso, puesto que nos permitirá pasar más tiempo con nuestra pareja y crear más recuerdos en conjunto, ya que podremos compartir todos los momentos especiales, celebraciones, bodas, cumpleaños, etc. e incluso demostrar que somos personas que van a estar ahí para ser su confidente y acompañarle incluso en las situaciones difíciles. Esto provocará una mejora de la confianza dentro de la pareja y nos permitirá obtener una visión de la relación afianzada y lo suficientemente fuerte como para que sea duradera.
Además, la familia política suele ser un gran foco de las discusiones que hay dentro de la pareja, por lo que una buena relación con ella reducirá de manera directa el número de discusiones que tendremos y hará que todo resulte mucho más sencillo y que la relación crezca y avance con mayor solvencia.
La comunicación y el respeto mutuo serán siempre factores claves para solucionar cualquier problema. Para cuidar el vínculo con nuestra pareja, debemos ser capaces de hacer frente a las adversidades e intentar solucionarlas del mejor modo posible.
Claves para mejorar la convivencia con la familia política
Cuanto antes nos hagamos a la idea de que, cuando empezamos una relación de pareja también nos comprometemos con el entorno de esa persona y que eso es algo que no va a cambiar, antes nos pondremos en marcha para buscar formas de que la comunicación y la convivencia sean las mejores posibles.
Hay que tener en cuenta igualmente que en ningún momento congeniar con alguien tiene que ser una obligación pero, al menos, se debe intentar mantener una relación cordial y respetuosa, logrando así un beneficio común.
Teniendo esto en cuenta, ¿qué podemos hacer para mejorar la relación con nuestra familia política? A continuación te ofrecemos algunas claves:
Evitar temas que sean conflictivos
En la mayoría de ocasiones, nuestros ideales no tienen por qué coincidir con los del resto de personas y tenemos que partir de la idea de que nuestra concepción del mundo es nuestra y es respetable pero, por el mismo motivo, la concepción del mundo de otras personas también lo es. En las celebraciones familiares, cuando todos estamos sentados en la mesa, suele surgir un momento en el que se produce una conversación incómoda porque alguien ha comenzado a hablar de un tema controvertido. En estos casos, si queremos que la convivencia sea lo más agradable posible, hay que hacer caso al refrán, “más vale prevenir que curar” e intentar participar en la conversación lo menos posible.
Para que sea más llevadero, intenta comunicarte siempre utilizando un registro neutro, sin sacar a la luz temas que sabes que van a resultar polémicos. No estés siempre a la defensiva, sé tolerante y flexible e intenta encauzar las conversaciones hacia caminos más positivos. Poner esfuerzo de nuestra parte es importante si queremos empezar a notar una diferencia en la forma de comunicarnos.
Establecer límites
Es importante que, aunque siempre demuestres respeto y educación, sepas dónde están tus límites y qué actitudes vas a ser capaz de aceptar y cuáles no. Pese a todo, recuerda que siempre hay que cuidar el bienestar emocional propio. Igual que en muchas ocasiones es mejor quedarse en silencio, hay otras en las que, si consideramos que nos están ofendiendo o atacando, hay que aprender a marcar nuestro límite.
Muchas veces, en las comidas familiares, se realizan comentarios hirientes camuflados con el humor o el sarcasmo. Sea de la manera que sea, si consideras que estás recibiendo comentarios que te están haciendo daño debes intentar frenar esa dinámica lo antes posible. La mejor manera de comunicarte, poner límites y hacerte respetar es utilizando siempre un estilo de comunicación asertivo. Este estilo de comunicación nos permitirá que sea más sencillo forjar vínculos saludables.
No obligar a elegir entre bandos
Poner a nuestra pareja entre la espada y la pared o recriminarle que te has comprometido con ella pero no con su familia solo va a causar problemas. No hay que competir con la familia de nuestra pareja. Recuerda que, al final, si estamos con esa persona, todos vamos a formar parte de su vida y si todo está claro entre vosotros dos, la familia política no tiene por qué afectar a vuestra toma de decisiones como pareja.
Empatizar
Ponte en el lugar de tu pareja y trata a su familia de la forma en la que a ti te gustaría que se comportase con la tuya. Date cuenta de que se trata de un proceso mutuo y, al igual que tú no has podido elegir a la familia de tu pareja, ellos tampoco han podido elegirte a ti. Ambas partes estaréis atravesando un mismo proceso de adaptación que puede llevar su tiempo pero que, si se resuelve bien, desembocará en una gran relación.
Buscar puntos en común
Para romper el hielo y ganar confianza es importante que busques cosas que puedas tener en común con tu familia política, como, por ejemplo, el aprecio por tu pareja. Antes de la festividad, pídele a tu pareja que te cuente cosas sobre ellos que te permitan conocerlos un poco mejor. Tener una idea previa de a lo que te enfrentas hará que sea más fácil saber cómo comportarte y con qué miembros de la familia vas a poder tener una comunicación más fluida. Demostrar que tienes interés en conocerles hará que ellos también lo tengan en ti.
Intenta enfocar tu energía en hablar con aquellas personas que crees que pueden ser similares a ti. Hay que aceptar que no todas las personas de la familia política van a caernos bien y, por ello, céntrate en estar con aquellas que te resulten agradables y con las que puedas forjar un vínculo positivo. Tener un apoyo dentro del grupo hará que te sientas más cómodo y que tu autoestima y confianza en ti mismo mejoren.
Ser siempre tú mismo
No te obsesiones con querer cambiar para encajar. La clave de cualquier relación sana tanto con familia, como con pareja o amigos es siempre el respeto mutuo e incondicional. Piensa que, si tú pareja te quiere tal y como eres, lo más probable es que su familia también te termine aceptando de la misma forma, puesto que lo que querrán es ver a su familiar feliz.
En conclusión, recuerda que todo proceso lleva su tiempo y que acostumbrarse a nuevas personas puede ser algo complicado y más aún cuando nos sentimos obligados, en cierto modo, a hacerlo. Muéstrate agradable y cordial con ellos y expresa gratitud por lo que hacen por ti y por tu pareja. En general, utiliza pequeños hábitos comunicativos que promuevan una comunicación afectuosa y amable. Recuerda que en los pequeños detalles es donde se marcan siempre las mayores diferencias.
Sin embargo, si pese a todos los esfuerzos vemos que no conseguimos resultados y que cada comida familiar es peor que la anterior, recuerda que a veces el triunfo consiste en sobrevivir sin acabar mentalmente exhaustos. Cuida de tu bienestar emocional y, si sientes que lo necesitas, pide cita con un psicólogo que pueda darte pautas para comprender qué está ocurriendo, por qué no está funcionando tu buena predisposición y cuál es la mejor manera de relacionarte con ellos y de llevar una relación lo más cordial posible para que tampoco se vea perjudicada la relación con tu pareja.
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